Miércoles de la 1ra. semana de cuaresma 2018

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Lo que “renunciamos” en cuaresma apunta simplemente a la gran renuncia a través de la cual cualquier vida crece hacia la plenitud. La cuaresma nos ayuda a recordar qué significa esta renunciación mayor y cómo cada uno de nosotros está llamado a hacerla absolutamente cuando estén dadas las condiciones. Hasta entonces, simplemente aprendemos día a día a ser tan reales como podamos ser. (Sigue leyendo).

En muchas religiones está ampliamente difundida la idea que la gran renunciación de la vida puede ser lograda sólo a través del camino monástico. Para la gran mayoría, la familia y los asuntos mundanos bloquearon esa entrega que sería el más elevado logro humano. Dando las espaldas, no solo a la carrera y fama, riqueza, sexo y familia sino a todos los “asuntos mundanos”, los monjes se elevarían a la iluminación, a un más elevado plano de la realidad. Esta falsa idea surgió de la mala interpretación de las palabras de Jesús, “el camino a la vida es angosto y pocos lo pueden encontrar”.

Por supuesto, la gente laica puede llegar igual o más cerca aún a la renuncia de los apegos a los “asuntos mundanos” en su trabajo cotidiano o en sus responsabilidades familiares. Todos los tipos de vocaciones tienen el mismo potencial. Lo que importa no es la forma externa, el hogar familiar o el convento, sino cómo cumplimos las responsabilidades asociadas con el camino particular que estamos siguiendo.

Entender esto significa ver cómo ocurre la renuncia. Cuando uno expulsa algún aspecto “mundano de la vida”, como una adicción o un exceso, esta no te abandona automática o inmediatamente. Las cosas reprimidas tienen a regresar. Cuando expulsas algo por la fuerza a menudo aparece nuevamente de alguna manera, aunque sea como una fantasía o deseo compulsivo. Hay un gato callejero en la Isla Bere que alimento en la cocina pero cuando lo saco fuera de la casa, descubro que ha tenido el descaro de volver a entrar por una puerta o ventana de otra habitación. La cuaresma y el mantra nos enseñan sobre esta oscilación entre renuncia y regreso. Lo que aparenta irse a menudo regresa.

La renuncia cuando llega es un regalo, un simple suceder, una ocurrencia natural. Para renunciar debemos renunciar también a la idea de renuncia. No podemos renunciar por un esfuerzo de voluntad si la renuncia esencial es la renuncia de la voluntad. Podemos aflojar la sujeción, pero la renuncia sucede por sí misma.

Así llegamos a ver que la única renuncia que importa es la que nos conduce a la libertad y espontaneidad plenas. Esta ansía la renuncia a todo tipo de esfuerzo y nos permite en cambio ser llenados con el poder del espíritu.

 

Laurence Freeman OSB

Traducción: Javier Cosp Fontclara

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