Cuaresma 2012. Miércoles de la primera semana de Cuaresma.

La calma y el relajamiento son el resultado secundario de un buen trabajo. Obviamente si tratamos con insistencia de descansar, el esfuerzo solo nos producirá mayor tensión. Dedícale a la meditación todo lo que tienes, pero no te esfuerces demasiado. El meditar es un buen trabajo y conduce a un tipo de descanso que no es pasivo ni atolondrado sino alerta, claro y dinámico. A esto le llamamos paz.

El trabajo es el intercambio de energía entre diferentes estados. Cuando iniciamos cualquier meditación, nos vemos envueltos por todo tipo de pensamientos y sentimientos en todas sus manifestaciones. Representan el trabajo de nuestra vida diaria – son necesarios y útiles. Sin embargo, al comenzar el trabajo de la meditación – estar en el presente – estos estados se vuelven distracciones y a todos los debemos dejar ir.  

La mente trata de mediar, instintivamente – diciendo el mantra y al mismo tiempo planeando o dando vuelta a pensamientos dolorosos o deteniéndose en los pensamientos placenteros. Entonces, si uno se encuentra estresado y considera que no tiene suficiente tiempo, todo parece un desperdicio, un trabajo improductivo. Sin embargo, al abrazar esta aparente pérdida de tiempo, la transformamos en el más poderoso estado de pobreza de espíritu y este es en realidad el camino a casa.

Es como estar en un vuelo lleno, en el asiento intermedio de la última fila de la clase económica, junto al baño y ser avisados de que tenemos un bono para pasar a la siguiente clase. No podemos creerlo. Esto suena un poco egoísta; lo que lo hace ser no egoísta es que caemos en la cuenta de que todos pueden tener ese mismo bono en su vida y tratamos de hacérselo saber.   

Las distracciones vienen en diferentes formas - pensamientos triviales de tu vida superficial, problemas personales más profundos (los virus más peligrosos), ambiciones espirituales y auto-evaluación. Cada vez hay que empezar en el estado en que nos encontramos. La mayoría iniciamos con un abanico de imágenes. Abandonarlas y regresar fielmente al mantra nos deja re-iniciar. Con el paso del tiempo vemos que el origen de las distracciones es la tendencia a formarnos una imagen de nosotros mismos, el estar conscientes de nuestra propia importancia.

Dejar ir, desapegarnos de esto, es el trabajo más duro del desierto. Pero nos lleva al oasis del auto-conocimiento y eventualmente a la tierra prometida.

 

Laurence Freeman OSB

Traducción de Enrique Lavin

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