4to. domingo de cuaresma 2018

Las personas luchan constantemente con cuestiones acerca de la existencia de Dios y de cómo será Dios. La Biblia piensa que solo “el insensato dice en su corazón: "Dios no existe" (Salmos, 14).  (Sigue leyendo).

Pero llamar a un ateo insensato no ayuda a nuestra discusión actual. La importancia de creer en Dios hoy no es que evitamos ser quemados en una tiranía teocrática sino que podamos recordar cuestiones igualmente importantes acerca de la existencia humana y de su significado. Sin una conexión con el símbolo vivo de transcendencia no podemos realizar nuestra humanidad.

La primera lectura utiliza la metáfora conocida de la ira de Dios descendiendo sobre aquellos que son infieles al pacto.  Aun hoy es una metáfora que muchos toman muy en serio porque nos ofrece una explicación sencilla del misterio del sufrimiento y le da al creyente una sensación de superioridad sobre aquellos a quienes condena por desobedecer.  Si no decodificamos la metáfora terminaremos como el Talibán.

La segunda lectura nos ayuda a deconstruir la metáfora cuando dice - de manera chocante para las personas de esa época – que cometemos una injusticia hacia nosotros mismos pensando en Dios de esta manera punitiva. Solo podemos saber algo acerca de Dios a través del auto conocimiento que desde la fuente es el amor de Dios por cada uno de nosotros.  El texto dice que nosotros, los humanos, somos la obra de arte de Dios.  Y que recibimos la salvación - el potencial de llegar a la plenitud de ser - en unión con Dios, a través de la fe y como gracia de Dios. La pregunta sobre Dios es siempre una pregunta acerca de nosotros mismos. La manera en que creemos en Dios revela lo que realmente pensamos de nosotros mismos. ¿Soy un miserable, culpable pecador o una gloriosa obra de arte? Si creemos que somos una obra de arte, entonces Dios nos observará como un artista a su obra maestra, no como un objeto de arte con una etiqueta de precio sino como una extensión de sí mismo.

Como siempre, el evangelio condensa todas estas ideas en una única y sencilla cuestión de Jesús y su significado para nosotros. En Él vemos que Dios nos ama a nosotros, su creación, de tal manera que es incapaz de ser cruel con nosotros.  Al contrario, se humilla como lo haría un amante apasionado, desechando dignidad y derechos, llevando su obra incompleta a la perfección mediante su amor. Si nos vemos como su obra de arte, recibiendo la gracia de su continua atención creativa, hemos tropezado con el verdadero significado de la perfección humana.

La artista se aleja de su obra para contemplarla. Interviene en la obra, sin interferir con su identidad que va tomando forma. La artista se enamora de su obra cuando ésta aún está imperfecta.  Mientras trabaja en ella, sabe que su belleza y su verdad le pertenecen a ella. ¡Qué descanso sabático al terminarla! ¡Qué obra perfecta es cuando esta mira al artista divino y le agradece haberla hecho!

 

Laurence Freeman OSB

Traducción: Mary Meyer (WCCM Paraguay)

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