Miércoles de la 4ta. semana de cuaresma 2018

 

William Blake dijo que si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito. “Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna”. (Sigue leyendo).

Siempre es tentador pensar que las soluciones se encuentran fuera de nosotros. Culpamos el problema a los que no colaboran con nosotros. Lentamente a lo largo de la vida aprendemos que no podemos cambiar el mundo ni a los demás, hasta que nos cambiemos a nosotros mismos. Es muy molesto que esta sea la ley universal, pero lo es, y no hay forma de escaparse de ella.

Un intento de evadir la necesidad de transformación personal es como tratar de limpiar las puertas de la percepción tomando algo fuera de nosotros y guardarlo dentro.  La humanidad ha tenido una relación con el alcohol durante diez millones de años y luego logró perfeccionar el arte de producirlo alrededor de hace diez mil años. Nuestra epidemia de adicción a las drogas hoy día meramente nos confirma cuan fácil nos resulta escapar de las dolorosas percepciones de la realidad transformándolas por medios externos. Cada alcohólico y cada adicto es testigo del fracaso inevitable de este intento.

Si queremos ver como son las cosas realmente, debemos limpiar nuestra capacidad de percepción que nos permite conocernos como realmente somos. Hay muchas de estas capacidades, así como hay muchas dimensiones de conciencia en los reinos físicos, mentales y espirituales. Propiocepción, o kinesthesia es el término médico  usado para una de estas capacidades, la cual es tal vez la percepción que más damos por sentado. Es un sentido por el cual podemos percibir la posición y movimiento de nuestro cuerpo.  Por ejemplo, aun con los ojos cerrados sabemos dónde queda nuestra mano izquierda y derecha y lo que están haciendo. También sabemos por este sentido si nos sentimos equilibrados. Los atletas son buenos sujetos para el estudio de esta forma de percepción.

Lo  practicamos – y lo limpiamos - cada vez que meditamos, cuando tomamos unos momentos para estar conscientes del cuerpo y de la postura. ¿Estamos sentados erguidos, quietos, con el cuello centrado y las manos en postura ´cómoda y relajada´?  Esta lista de chequeo intuitiva se vuelve una segunda naturaleza con la práctica regular y arraiga la meditación en la maravilla de la percepción misma. Que podamos estar conscientes de nosotros mismos es la forma más simple e inmediata de recordar que somos seres conscientes. no solo individuos estresados, ansiosos, descontentos ni quejosos. Unos pocos momentos de atención a la postura nos señalan un camino de salida de la cueva en la cual como dice Blake nos hemos encerrado.

Aunque parezca paradójica,  esta forma más básica de auto conocimiento, la percepción que concierne a nuestra realidad física, inicia el camino a centrarse en el otro. Es, si lo  prefieres, como un `mindfulness´ básico que, como sea que se practique, trae sus propios beneficios.  Pero, si no queremos atascarnos en la auto-consciencia y si queremos disfrutar de los frutos del autoconocimiento, necesitamos dar el siguiente paso. Esta es la razón por la cual meditamos y la razón por la cual algunos lo fortalecemos haciendo el trabajo de limpiar nuestra percepción durante Cuaresma.

 

Laurence Freeman OSB

Traducción: Mary Meyer (WCCM Paraguay)

Categorías: