18 de marzo 2018

                                                Photo credit: fabbriciuse on Visual hunt / CC BY-NC-ND

Un fragmento de John Main OSB, “Commitment to Simplicity”, MOMENT OF CHRIST (New York: Continuum, 1998), págs. 26-27


Tú has escuchado decir que la meditación es “el camino a la realidad”. Es primero el camino a la realidad de nuestro propio ser. Aprendemos a ser. No a desempeñar un determinado papel o algo en particular, sino solo ser. La mejor forma de describir este ser, es decir que estamos en un estado de total sencillez. No estamos tratando de actuar. No estamos tratando de disculparnos por ser quienes somos o como somos. Esto es un ideal desconocido para la mayoría de nosotros porque estamos educados a pensar que solo encontramos la verdad en medio de la complejidad. Sin embargo, todos conocemos que a un nivel más profundo… la verdad se encuentra en la total sencillez, en la apertura. (…)

La meditación es una forma de moverse de este mundo de ilusión e ir hacia la luz pura de la realidad. La gran ilusión en la que estamos atrapados la mayoría de nosotros es que somos el centro del mundo y que todo y todos giran en torno a nosotros. Pero en la meditación aprendemos que esto no es verdad.  La verdad es que Dios es el centro y que todos hemos sido creados por Dios. (…) La meditación es la gran forma de liberación. Nos liberamos del pasado… y nos abrimos a nuestra vida en el momento presente… aprendemos que somos porque Dios es, (y esto) sencillamente ser, es nuestro regalo más grande.

 

Después de la meditación, Mark Strand, “My Name”, The New Yorker, abril 11, 2005 pág. 68

Una noche cuando el pasto tenía un verde dorado

y los árboles veteados por la luna se levantaban como monumentos

en el aire aromatizado, y todo el campo pulsaba

con el canto y murmullo de los insectos, me acosté en el pasto

sintiendo las grandes distancias abiertas frente a mí, y me pregunté

que llegaría a ser —y en donde me encontraría –

no obstante que apenas existía. Sentí por un instante

que el cielo repleto de estrellas era mío, y escuché

mi nombre como si fuera por primera vez, lo escuché como

uno escucha el viento o la lluvia, pero leve y distante

como si no me perteneciera a mi sino al silencio

del cual había venido y al que volvería.

 

Selección: Carla Cooper

Traducción: Guillermo Lagos