29 de abril 2018
Photo credit: Hindrik S on Visual hunt / CC BY-NC-SA
De John Main OSB, “Growing in God”, THE WAY OF THE UNKOWING (New York: Crossroads, 1990), págs. 79-81
¿Cuál es la diferencia entre realidad e irrealidad? Me parece que una forma en la que Podemos entender esto es ver la irrealidad como un producto del deseo. Una cosa que aprendemos en la meditación es a abandonar el deseo, y lo aprendemos porque sabemos que la invitación es a vivir plenamente en el momento presente. La realidad demanda silencio y quietud. Y ese es el compromiso que hacemos cuando meditamos. Conforme aprendemos a través de nuestra experiencia de silencio y quietud a aceptarnos como somos. Esto puede sonar muy extraño para los oídos modernos, sobre todo a los Cristianos modernos que han sido educados a practicar con tanto esfuerzo ansioso.
La verdadera tragedia de nuestro tiempo es que estamos llenos de deseo, por la felicidad, por el éxito, por la riqueza, por el poder, cualquier cosa que sea, siempre estamos imaginando lo que podría ser. Muy rara vez llegamos a conocernos como realmente somos y aceptar nuestra situación actual. Sin embargo, la sabiduría tradicional nos dice: conoce que tú eres, y que tú eres como eres. Es posible que seamos pecadores, y si lo somos, es importante que lo sepamos. Pero mucho más importante es que sepamos por nuestra propia experiencia que Dios es el fundamento de nuestro ser y que estamos arraigados y justificados en Dios. Esta es la estabilidad que necesitamos, no el esfuerzo y el movimiento del deseo, sino la estabilidad y quietud del arraigo espiritual. Cada uno de nosotros está invitado a aprender en nuestra meditación, en nuestra quietud en Dios, que tenemos todo lo que se necesita.
Después de la meditación: “The Country of Trees” por Mary Oliver en BLUE HORSES: Poems (New York: Penguin, 2014), págs. 77-78
No hay un rey en su país
y no hay una reina
y no hay príncipes rivalizando por el poder,
inventando corrupción.
Tal como nosotros, muchos niños nacen
y algunos vivirán y algunos morirán y el país
continuará.
El clima siempre será importante.
Y siempre habrá lugar para los débiles, los violentos
y sanguinarios.
Cuando hace frío se les darán cobijas u hojas.
Cuando hace calor se les dará sombra.
Y no por causa de culpa, tampoco para una deducción fiscal
sino tal vez para aclamar sus colores, sus
pequeñas caras de flor.
Ellos no son como nosotros.
Algunos perecerán para convertirse en casas o graneros,
cercas y puentes.
Otros perdurarán al paso de los años.
Y ninguno dirá una sola palabra para quejarse,
como si el lenguaje, después de todo,
no hubiese funcionado suficientemente bien, y fuera solo un primer estadío.
Tampoco tendrán cuestionamientos para los dioses—
cuál es el verdadero, y cuál es el plan.
Como si ya les hubieran dicho todo,
y estuvieran satisfechos.
Selección: Carla Cooper
Traducción: Guillermo Lagos