2 de diciembre 2018
Photo credit: Raghunath Thirumalaisamy on Visualhunt.com / CC BY-NC
Un fragmento de Laurence Freeman OSB, “Dearest Friends”, Boletín Internacional de WCCM, invierno 1996.
Necesitamos hoy en día una nueva forma de diálogo religioso, de tolerancia, reverencia mutua y forma de aprender los unos de los otros, más allá de lo que aquellos que nos antecedieron pudieron haber imaginado. Empero, la rectitud de este camino está atestiguado por el hecho de que es compatible con la personalidad y el ejemplo de Jesús. El no rechazó a nadie, toleró a todos y vio el misterio de Dios en todas las personas y en la naturaleza. Comió con aquellos que debería haber despreciado; habló con esos que debería haber evitado. Estaba abierto a todos como estaba a Dios.
En Jesús, el tiempo y la eternidad se intersectan… y la intersección se da en la pobreza de espíritu… Pobreza no es solo la ausencia de cosas por la conciencia de la necesidad que tenemos de otros, de Dios. La necesidad humana es universal. Los más ricos y poderosos, al igual que lo más pobres y marginados, son iguales en la necesidad. La necesidad es sencillamente el sentimiento fuerte que surge como respuesta al hecho de nuestra independencia.
En la meditación, bajamos a un nivel de la realidad más profundo que la de nuestras mentes superficiales, impulsadas por el ego, en donde con frecuencia nos encontramos atrapados en una red de ilusión de nuestra independencia y aislamiento. No estamos separados de los demás o de Dios. La sabiduría es el reconocimiento de ese hecho, y la compasión es su práctica.
Después de la meditación: un fragmento de Shvetashvatara Upanishad en THE UPANISHADS, trad. Eknath Easwaran (Tomales, CA: Nilgri Pressm, 1995), pág. 225.
Que el Señor del Amor, aquel que se proyecta
hacia el universo de una miríada de formas,
de quien todos los seres vienen y a quien todos
retornan, nos de la gracia de la sabiduría.
Él es el fuego y el sol, y la Luna
y las estrella. Él es el aire y el mar,
y el Creador, Prajapati.
Él es este niño, esta niña, él es
este hombre, él es esta mujer, y él es
este viejo, también, tambaleándose sobre su bastón.
Su cara está en todas partes.
Él es el pájaro azul, el pájaro verde
con los ojos rojos; él es el trueno,
y él es las estaciones y los mares.
No tiene principio, ni tiene fin.
Es la fuente de la que todo evoluciona.
De su poder divino sale todo esta
muestra de nombre y forma, de ti
y de mi, que lanza el hechizo de dolor y placer.
Solo cuando atravesamos el velo
es que vemos el Uno quien aparece como muchos.
Selección: Carla Cooper
Traducción: Guillermo Lagos