Cuaresma 2019: Jueves de la primera semana

Jueves de la Primera Semana de Cuaresma: Mateo 7:7-12

Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la puerta… Sigue leyendo.

La confianza en estas palabras es convincente. Pero podríamos sentir que describen un mundo irreal de hospitalidad fantástica, un mundo de finales siempre felices. El universo no es tan acogedor y complaciente como eso. Cada día los niños lloran por comida y perecen de hambre, los inocentes rezan por la justicia y son maltratados.

Aun así, su autoridad nos obliga a cavar debajo de nuestro escepticismo para encontrar un significado más profundo. Sondeamos más profundamente y pronto parecerá que estamos en caída libre, en un terreno sin fondo. Desde este punto, el viaje hacia el silencio del desierto se vuelve más exigente y más gratificante a medida que experimentamos un despertar que no esperábamos.

Hasta ahora, acabamos de aprender a sentarnos quietos en las cuatro dimensiones familiares de espacio y tiempo, con una postura erguida pero cómoda. En la meditación de la mañana los pensamientos vuelan a nuestro alrededor como vendavales; por la noche, como mosquitos y picazones. Pero pronto vemos que la quietud en sí está revelando otra dimensión: un viaje hacia un significado más profundo, extraño, más familiar, más auto-verificable y más valioso de lo que podríamos haber imaginado. Nos sentimos bienvenidos en este viaje: una sensación de reencuentro, a pesar de la extrañeza, una hospitalidad genuina, en lugar de un falso consuelo.

Cada paso en este camino avanza la transformación que está obrando en nosotros. Nuestra mente misma se vuelve más lúcida y más amorosa. Para sostener este viaje paso a paso, decimos el mantra: una palabra que repetimos primero en la mente de manera superficial y, finalmente, en el corazón de manera resonante. Con la práctica evolucionamos de decirlo a escucharlo. Esta evolución interior se refleja en los cambios profundos en la forma en que interactuamos con las personas, el trabajo y el tiempo. Vemos el significado en aquello que antes nos parecían simplemente contradicciones o absurdos. Desde el interior de la aparente incoherencia de decir que siempre recibiremos lo que pedimos, surge una sabiduría de alas ligeras.

La palabra que recomendamos es maranata: un término sagrado en la tradición del evangelio, en el idioma arameo que el Jesús histórico habló. La palabra significa «Ven Señor». Como el mantra aparta todos los pensamientos, incluso el pensamiento del significado de la propia palabra y del por qué decir el mantra, entonces decirlo) es la obra del silencio, no pensamos en su significado cuando lo recitamos. Para la mente balbuceante esto es agradablemente desafiante. Puedes elegir otra palabra, aunque los mismos principios se aplican a cualquier término utilizado como mantra. Es conveniente que tu mantra no sea en tu propio idioma y es preferible decirlo continuamente en cada período de meditación de un día a otro. Esto siembra la semilla en profundidad y permite que ocurra el crecimiento, «cómo, no lo sabemos» como dice el evangelio.

La meditación nos conduce a través de la selva espesa de todos nuestros pensamientos, imaginación y sentimientos. Es un camino estrecho, sin embargo es más conveniente un camino estrecho en una jungla que no tener ningún camino. El mantra es a la vez un paso corto y un gigantesco salto de fe. Cada vez que volvemos a él, damos un paso más en el camino. Por mucho tiempo que deambulemos en la maleza de los miedos y los deseos, estamos afortunadamente a un paso de reincorporarnos al camino: simplemente comenzamos a repetir el mantra otra vez. Esta inmediatez nos introduce en la dimensión del momento presente. Aquí, pedir y recibir se vuelven uno.

 

Laurence Freeman OSB

Traducción: Elba Rodríguez (WCCM Colombia)

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