Viernes Santo 2019
Viernes Santo: Juan 18:22
Cuando dijo esto, uno de los alguaciles que estaba cerca, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? Jesús le respondió: Si he hablado mal, da testimonio de lo que he hablado mal; pero si hablé bien, ¿por qué me pegas?
El recuento de la Pasión de Cristo se destaca como uno de los más grandes textos de todos los tiempos donde se refleja la profundidad del significado de la humanidad. Es específicamente personal – el inocente, acusado falsamente, vuelto chivo expiatorio y tratado inhumanamente, torturado y bárbaramente ejecutado. Es un relato antiguo que muestra la peor faceta de la humanidad cuando utiliza su poder sobre el individuo; y es algo que continúa sucediendo al tiempo que escribo estas líneas que ustedes leen. Cada caso, sin embargo, es singular. La exacta particularidad de cada uno es lo que revela este significado y junto con él – con el sentimiento de conexión – siempre hay, paradójicamente, esperanza.
El Viernes Santo expande el sentido humano de la dimensión espiritual. Nos lleva a estar del lado del chivo expiatorio, de forma que el mecanismo por el que culpamos a los otros y los hacemos sufrir por nosotros se ve expuesto. El secreto de cómo funciona el poder queda a la luz. Vemos el mundo tal cual es. La violencia es irracional. Cuando Jesús le responde al guardia que le pega, vemos cómo la razón desarticula la garra de la violencia. No tenemos registrada la respuesta del guardia. La única respuesta real sería admitir el auto engaño atrás de esa violencia, pero siendo incapaz de admitir esto, probablemente abofeteó de nuevo a Jesús.
Hay aún, otra dimensión de este sentido, todavía más transformadora que el exponer nuestra adicción a la violencia. Tiene que ver con el significado del sufrimiento. En la ‘Guía del modo de vida del Bodhisattva’ escrita por Santideva, un clásico budista del siglo VIII después de Cristo, vemos como este significado se universalizó. Un bodhisattva es un ser humano que dedica todo su ser al bienestar de la humanidad, a atenuar el sufrimiento en donde sea. El Dalai Lama comenta sobre este texto, que cuando un gran bodhisattva sufre, lo hace sin generar negatividad.
Los evangelios van más allá cuando nos presentan las últimas palabras de Jesús en la cruz: ‘Padre, perdónalos pues no saben lo que hacen’. No sólo no se genera negatividad en la cruz, sino que se genera sabiduría y compasión sin límite. Si Jesús hubiera dicho ‘Los perdono…’ el efecto hubiera sido menor por su misma individualidad. Al contrario, invocó a la fuente del ser, en la que se encuentran contenidos tanto Él como sus verdugos y aquellos que lo traicionaron. Esto no es una prórroga judicial o un simple acto de clemencia. Viene de una profunda inspiración sobre la causa, la ignorancia y la falta de auto consciencia de los responsables. En un instante atisbamos el significado del perdón, hacia los otros y hacia nosotros.
La muerte de Jesús genera una ola de amor iluminado y brillante que se esparce a través de todas las dimensiones de la realidad, a través de todos los tiempos y todos los espacios. Aunque no lo reconozcamos, su sufrimiento nos toca a todos y expone nuestras fallas humanas, pero sin culpa, remordimiento o responsabilidad. Y hace esto revelando tanto nuestra bondad esencial como nuestro potencial. Por eso es que en el antiguo claustro de Bonnevaux, esta tarde, vamos a escoger avanzar, hacer una reverencia frente a la cruz y besarla.
Laurence Freeman OSB
Traducción: Enrique Lavin, WCCM México