Jueves de la quinta semana de Cuaresma 2020
Hasta no hace mucho tiempo, los expertos y los especialistas estaban fuera de moda. Eran rechazados por ser parte del “establishment”, y fueron reemplazados por “la gente”, personas comunes y corrientes que querían hacer oír su opinión acerca de todo. Ahora, en medio de una auténtica crisis de salud global, que está cambiando al mundo en formas que ni el establishment ni las personas comunes podrían haber hecho, hemos vuelto a confiar en los expertos.
Confiamos en ellos porque, a diferencia de aquellos líderes que predican la negación y las falsas esperanzas, estos especialistas médicos, estadistas y epidemiólogos admiten tener muchas incertidumbres en sus opiniones. No pretenden tener todas las respuestas y generalmente reconocen que este no es el momento de señalar culpables.
Saber vivir con la incertidumbre es una función del hemisferio cerebral derecho. Es parte de un paso contemplativo por la vida, incluyendo todas las crisis de la misma. En un estilo de vida no-contemplativo, en el que todo se hace exageradamente y a una velocidad innecesaria, saltamos de una falsa certeza a la otra. La repentina desaceleración y cierre nos afecta a todos – desde las personas que trabajan solos con sus computadoras en los suburbios, a aquellos que perdieron su empleo y no pueden siquiera alimentar a sus familias, y a millones de migrantes en India que deben caminar cientos de kilómetros de regreso a sus pueblos, tras haber perdido sus trabajos en las ciudades. El sufrimiento y el miedo nos pueden aislar, pero también pueden ser un puente cuando vemos que todos estamos sintiendo lo mismo. El shock es darnos cuenta cuán radical es la incertidumbre. Por eso es tan necesario que sepamos vivirla con sabiduría. La alteración abrupta de la percepción del tiempo también es un shock.
Una buena fuente de sabiduría es la regla monástica del siglo VI escrita por San Benito, que adoptamos en nuestra vida cotidiana aquí en Bonnevaux. Benito conocía bien la incertidumbre: una comunidad que él había formado intentó envenenarlo, la gran ciudad de Roma (que sería como el Washington D.C. de nuestros días) fue invadida y saqueada por los bárbaros; y hasta vivió con un grupo de personas diferentes y profundamente temperamentales que podían explotar cualquier día - o varias veces en un solo día. La solución principal que encontró frente a tanta incertidumbre fue hacer un horario diario – con una flexibilidad razonable, por supuesto - y ceñirse a él.
Quizás ese sea el primer paso para muchos que están aislados en sus casas, solos o en compañía: hacer un cronograma realista que incluya las cosas que necesitamos hacer y lo que queremos hacer, y pegarlo en la heladera. Luego mirarlo y ver si parece equilibrado. ¿Contempla las necesidades básicas humanas: físicas, mentales y espirituales?
Ajustarlo de tal modo que refleje las necesidades humanas básicas es el primer paso para manejar los sentimientos de temor y pánico que provocan la incertidumbre y la desaceleración. Es el primer paso para curar el virus del miedo y el pánico. Nos ayuda a ver la salud de manera diferente, aún en medio de una pandemia. Cuando hayamos re-conectado con el sentido del presente, encontraremos que la paz - aquella que habíamos perdido entre tanto estrés - está más cerca nuestro, más profundamente adentro nuestro de lo que alguna vez hubiéramos imaginado.
Laurence Freeman O.S.B.
Traducción: Gabriela Speranza, WCCM Argentina