Domingo de Pascua de Resurrección 2020

Conforme escribo esto, sigo sorprendido por el sentimiento de percibir la luz de la luna en las primeras horas de esta mañana. La luz de luna siempre se siente como si gentilmente inundara tu cuerpo, acariciando tu mente después.

Me distrae, sin embargo, el pensar acerca de la fiesta lunar de Pascua, el vínculo con el estrógeno, el vínculo entre el estrógeno y las fases por siempre cambiantes de la luna. La distracción proviene de un ruido continuo y estridente, como de aficionados al futbol celebrando una victoria, y entra por mi ventana abierta enfrente del escritorio, desde donde veo el lago, aquí en Bonnevaux. Ranas en completa desarmonía. Como se menciona en el libro que consulté, los niños rana despiertan de la hibernación con una sola cosa en mente y las niñas rana, se encuentran llenas de óvulos listos para ser fecundados antes de que puedas parpadear.

Me levanté de entre los muertos, tirando del aguijón de la muerte y liberando las  cadenas del infierno… admirémonos, pues el invierno ya pasó, la lluvia terminó y se ha ido. La tierra comienza a florecer. Me he levantado de entre los muertos, he llevado paz. (Orígenes, Homilías del Cantar de los Cantares)

Primavera. El tranquilo, lleno de paz e influyente ciclo de la luna que da forma al calendario tanto religioso como agrícola y a nuestros humores. La fijación desesperada e impaciente de los rituales de apareo. Energía que trasciende al cuerpo y estalla en espíritu.

La Resurrección sucede tanto en la naturaleza como en nuestra psique que lo refleja. El confundir los pasos de la danza entre los ritmos interiores y exteriores descompensa todo. Muchos han entendido esto a través del rudo encuentro con el virus, una cara de la naturaleza en estas últimas semanas. La diferencia entre la Resurrección de Jesús y el ciclo biológico de la naturaleza es que en El, el ciclo de morir y renacer no se repite, sino que trasciende. Ciertamente seguimos experimentando muchas muertes y renacimientos; como siempre, mientras más profunda la muerte, mayor altura tendrá el renacimiento. Pero a través de cada ciclo en nuestra vida personal y colectiva, podemos inhalar la luz de Jesús resucitado, que nunca morirá jamás y entonces, perdernos a la vez que nos encontramos en El.

La crisis del corona virus ha significado la muerte para muchos individuos, una gran multiplicidad de formas para morir y posiblemente la muerte de una forma de vida. Hemos sabido desde hace mucho que nuestro modelo actual era insostenible. El crecimiento fuera de control es un cáncer. La Pascua nos recuerda que no necesitamos temer a la muerte o al cambio una vez que estamos comprometidos con la vida real. Nuestro camino espiritual, cualquiera que sea la forma que tome, es ese compromiso.

Conforme entramos en el ciclo de muerte y resurrección más profundamente, nos volvemos más conscientes de su verdad universal, de que es el modelo de toda la creación. Comenzamos a apreciar lo que es el Misterio… ese ciclo en que cada media hora de meditación se basa: morir a la trivialidad y a los apegos que ocupan nuestro ego y resucitar a la libertad que surge de encontrarnos mirando al Otro plenamente… estamos muriendo y resucitando a una vida nueva cada día…’Y a la vez, también es cierto que solamente hay una muerte y una resurrección y que Jesús ya lo hizo por toda la creación’.  (John Main: De la Palabra al Silencio)

 

Laurence Freeman OSB

Traducción: Enrique Lavín WCCM México

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