24 de mayo 2020
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Un fragmento de Laurence Freeman OSB in “Understanding Faith” de FIRST SIGHT: The Experience of Faith (London: Continuum, 2011), págs. 14-15.
Más que cualquier otra religión, la Cristiandad ha caído en la tentación del poder que crea la uniformidad de creencias. Adorando la ortodoxia de la creencia –tener las palabras, rituales, externalidades, y fórmulas exactamente correctas– traiciona al Dios viviente por uno falso creado por nosotros. […]
Las creencias pueden ser heroicas. Puedes rehusar renegar de tus creencias y estar contento con ser quemado en la hoguera o privado de tu rango y estatus por ellas. Muchos creyentes crecen con historias de estos mártires heroicos, que sacrificaron sus vidas antes que renegar de sus creencias. No debemos menospreciar el heroísmo de las creencias frente a la opresión y persecución. Fortaleza e integridad se requieren para resistir la violencia que nos presiona a renegar de nuestros principios y creencias. Sin embargo, el reino espiritual no es acerca del heroísmo.
… La fe es más que la creencia más heroica. Es más que una convicción sostenida apasionadamente. Fe es más que un concepto y más que un signo de pertenencia fiel a un grupo.
Es la relación con lo que creemos; con lo que creemos porque los experimentamos y con lo que experimentamos porque sencillamente estamos diseñados para ello. Y por ello. La fe nos lanza hacia ello… e interminablemente revela… los misterios del ser.
Después de la meditación: un poema por Anna Akhmatova, trad. Kunitz and Hayward, in WOMEN IN PRAISE OF SACRED: 43 Centuries of Spiritual Poetry by Women, ed. Jane Hirshfield (New York: HarperPerennial, 1995), págs. 208.
Todas las cosas son desvalijadas, traicionadas, vendidas.
El ala negra de la muerte araña el aire,
la miseria roe hasta el hueso.
¿Porqué entonces nos caemos en la desesperación?
De día, desde los bosques circundantes,
las cerezas arrastran el verano hacia la ciudad;
de noche, el cielo transparente y profundo
brilla con galaxias nuevas.
Y lo milagroso se vuelve tan cercano
a las casas sucias y arruinadas—
algo no conocido por nadie en lo absoluto,
pero salvaje en nuestro pecho por siglos.
(1921)
Selección: Carla Cooper
Traducción: Guillermo Lagos