22 de noviembre 2020
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Un fragmento de THE BURNING HEART: Reading the New Testament with John Main, ed. por Gregory Ryan (London: Darton, Longman + Todd, 1996), pág. 77.
Si un hombre dice “Amo a Dios” mientras odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama al hermano que ha visto, no puede amar a Dios que no ha visto. Y este mandamiento viene a nosotros del mismo Cristo: que quien ama a Dios también debe amar a su hermano (1 Juan 4:19-21)
Permítame ser muy claro en lo que dice San Juan, específicamente que no podemos amar a Dios o a nuestro prójimo. Amamos a ambos o a ninguno…
En la meditación desarrollamos la capacidad para voltear hacia el Otro. Aprendemos a dejar ser a nuestro vecino, así como aprendemos a dejar a Dios ser. Aprendemos a no manipular a nuestro prójimo sino a reverenciarlo, a reverenciar su importancia, la maravilla de su ser; en otras palabras, aprendemos a amarlo. Por esto, la oración es la gran escuela de la comunidad. En y a través de una seriedad común y la perseverancia en la oración podemos realizar la verdadera gloria de la comunidad Cristiana como una fraternidad del ungido, viviendo juntos en un profundo y amoroso respeto mutuo. (WS, p.78)
Después de la meditación: “Red Brocado” por Naomi Shihab Nye anotado en “Poems to Share for Thanksgiving” en Poem-a-day@poets.org, November 26, 2019.
BROCADO ROJO
Los árabes usaban decir,
cuando un extraño aparece en tú puerta,
aliméntalo por tres días
antes de preguntarle quién es,
de dónde viene,
y a dónde va.
De esa forma, él tendrá la fuerza
suficiente para responder.
O, para entonces serás
tan buenos amigos
que no te importará.
Regresemos a esto,
¿arroz?, ¿nueces?
Aquí, toma la almohada del brocado rojo.
Mi hijo le dará agua
a tu caballo.
¡No, no estaba ocupado cuando tu viniste!
No me estaba preparando para estar ocupado.
Esta es la armadura que todos se ponen
para pretender que tenían un propósito
en el mundo.
Me niego a que me reclamen.
Tu plato está esperando.
Cortaremos menta fresca
en tu té.
Selección: Carla Cooper
Traducción: Guillermo Lagos