Jueves de Semana Santa 2012
Haced esto en memoria mía.
Nos sentimos ofendidos o disminuidos cuando encontramos a alguien a quien conocemos y esa persona no recuerda quienes somos. Tener días o eventos significativos en nuestras vidas que son recordados por aquellas personas cuyo afecto u opinión valoramos tiene un gran significado para nuestra autoestima.
Aunque recordar algo de manera positiva – afirmando que estamos allí y que las cosas importantes de la vida no han quedado en el olvido bajo los vaivenes del tiempo – requiere esfuerzo. “Gracias por recordar” decimos porque el letargo natural del egoísmo hace más fácil olvidar. Los recuerdos negativos – suspendidos en el pasado de penas y acciones fallidas – son más fáciles de recordar aunque algunas veces sentimos una punzada de remordimiento por el hecho de que hasta los recuerdos negativos se desvanecen de nuestra mente.
La palabra griega que traducimos como “recuerdos” y usada para hablar de “conmemoración de la Eucaristía” no es solamente sobre recordar, eso (algún día probablemente sucederá) lo olvidaremos cuando las células de nuestro cerebro se agoten. Esa palabra significa hacer presente un evento que ha tenido un comienzo histórico, pero cuya vida e influencia no ha expirado aún.
A causa del hecho que olvidamos tan rápidamente – ¿qué pasó hace dos días en un período de veinticuatro horas? – los hechos que cabalgan las olas del tiempo y no desaparecen son los que dan significado y realce a la fuerza vital. Requieren esfuerzo y tiempo para recordarlos, pero luego somos llamados a la vida por su presencia.
El don de uno mismo nunca muere. Está siempre presente y puede ser traído a la mente en cualquier momento para renovarnos y reasegurarnos que la vida, a pesar de todas sus fatalidades, no es solamente sobrevivir. Se trata de florecer, de llegar a la plenitud.
De esto se trata la Eucaristía. A pesar de que ha sido rodeada por normas, regulaciones y políticas de la religión, es una energía que realza la vida y nunca deja de asombrar. Es un canal de inagotable generosidad de Alguien que no nos puede olvidar.
Laurence Freeman OSB
Traducido por Marta Geymayr