Jueves de la cuarta semana de Cuaresma.
Evangelio ¿Cómo pueden creer ustedes, que aceptan alabanzas que se dan unos a otros y no buscan la gloria que viene del único Dios? Jn 5, 31-47. Sigue leyendo
Meister Eckhart elogia cosas que la mente humana usualmente rehuye. Vio el desapego como la dinámica esencial de nuestro progreso hacia Dios, nuestro proceso de iluminación. Pero no un desapego superficial, como abandonar los dulces o el gin tonic durante la Cuaresma. Es más como Benito, que dice, ‘la vida del monje es una Cuaresma continua’.
En este punto la mayoría dice, ‘bueno, gracias a Dios que no soy monje’ y la mayoría de los monjes dicen ‘bueno, veamos cómo podemos interpretar eso’. Eckhart usa el vocabulario de Cuaresma para todos los días - y para la meditación diaria: desierto, vacío, pobreza, desnudez de la mente.
Estos términos no están referidos a prácticas externas o al ascetismo, sino a cómo aprendemos a no depender de cosas externas para definir nuestro sentido de quién somos y de lo que estamos llamados a ser. Una de esas cosas externas es lo que los demás opinan de nosotros. Jesús se refiere en el Evangelio de hoy a nuestra tendencia a buscar la aprobación humana más que la ‘aprobación de Dios’, que él podría describir como ‘ser auténtico’. Este es un buen indicador del auto-conocimiento a medida que nos acercamos al mayor drama humano en la historia de la Pascua. En el centro de este teatro de la vida está la muerte que sigue al desapego; el ver claramente que no depender de la aprobación de otros puede llevar a un violento rechazo.
Todo esto sería muy poco atractivo si no fuera porque en realidad trata sobre el florecer humano, sobre la realización y no sobre la degradación y la pérdida. El desierto florece cuando entendemos y aceptamos su simplicidad. El vacío se llena en grados infinitos de completud cuando nos hemos desconectado por completo. La pobreza se vuelve ‘grandiosa pobreza’ como describe Casiano el efecto del mantra. Cuando abandonamos toda auto-imagen y vanidad, la desnudez del alma sobrepasa la vergüenza, la duplicidad y el miedo de ser conocido. El estilo de pensamiento místico de Eckhart es robusto y positivo, especialmente cuando habla de cosas que a primera vista nos hacen querer salir del camino, o al menos reducir la velocidad.
Creo que las personas que tienen dificultad para meditar todos los días, aunque les gustaría, tienen más chances de mejorar su práctica si comprenden el significado de la meditación de esta manera. Es simplemente entender cuál es el significado de la vida, con sus alegrías y dolores, pérdidas y descubrimientos, amores y soledades. La vida es una cuestión seria y cuando nos damos cuenta de esto, podemos alegrarnos en ella en toda su dimensión.
Eckhart decía que el sentido del viaje está en ser ‘des-formados, in-formados, trans-formados’. John Main comprendía esto como la naturaleza absoluta de la meditación aunque reconocía que es necesario alcanzarla en etapas. Lo importante para él es comenzar el viaje y ‘estar en camino’ más que pensar que deberíamos estar haciéndolo mejor o perder la motivación necesaria para volver a empezar. Para él, el mantra combina estas tres etapas del viaje en una sola: repetir un simple acto de fe pura y pobre que nos lleva cada vez más a lo profundo.
Encontramos estímulo para practicar este total desapego interior en escrituras como esta: ‘Más aún, todo lo considero al presente como peso muerto en comparación con eso tan extraordinario que es conocer a Cristo Jesús, mi Señor. A causa de él ya nada tiene valor para mí y todo lo considero como basura mientras trato de ganar a Cristo. Y quiero encontrarme en él... Quiero conocerlo, quiero probar el poder de su resurrección’ (Fil 3:8-10)
Traducción: WCCM Uruguay