Miércoles de la quinta semana de Cuaresma

Evangelio: “Yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado”. Jn 8, 31-42.

John Main dijo una vez que el propósito de una educación cristiana es preparar a las personas para la experiencia de la traición. La traición abarca gran parte del sufrimiento humano. Ser traicionado. Traicionar a otros, intencionadamente o, generalmente, sin querer. Sigue leyendo.

Traicionados por nuestras falsas esperanzas y expectativas. Quedarse corto, incluso con las mejores intenciones. Al final, traicionados por nuestro cuerpo. Cristo es un maestro cuya vida, o lo que sabemos de ella, estuvo plagada de experiencias de incomprensión y malentendidos, incluso por los más cercanos a él. ¿Habría Pascua sin Judas?

Y, pobre de Jesús, la historia continúa. No hace mucho tiempo, fui testigo de una conversación en un grupo que acababa de escuchar una charla de John Main sobre la meditación. En un momento dado él había dicho: “¿Qué es real? ¿Qué es la verdad? Dios es real y la realidad de Dios es la verdad revelada en Jesús”. Después de la charla hubo meditación y después de la campana de cierre, una pausa. El primer comentario fue sobre esas palabras. La persona se había sentido cómoda con todo hasta ese momento. Dijo que estaba confundido y que no sabía por qué. No es que no sintiera, intuyera o ni siquiera creyera que Jesús era real - aunque en ese momento retrocedió, desconfiando de sí mismo. No sabía qué significaba eso o qué significaba creer en algo.

Puede que me hubiese equivocado, pero pensé que la razón por la que había retrocedido, resistiendo estas palabras, se debía a la seguridad,  a la claridad con la que John Main había usado el nombre de Jesús. ¿Sonó demasiado como un cristiano hablando de Jesús? Incluso si Jesús no es sospechoso para la gente de hoy, los cristianos sí lo son. La conversación pronto se desvió hacia un territorio abstracto.

¿Qué es la verdad? ¿Simplemente relativa y subjetiva o, como dijo John Main, ‘absolutamente fiable’? Todo el mundo podría coincidir, más o menos, en que la verdad es lo que ‘yo’ personalmente percibo y siento. Entonces, si bien es aceptable decir que, ‘para mí’, la verdad de Dios se revela en Jesús, es ofensivo omitir el tono subjetivo de la disculpa ‘para mí personalmente’. Esto llevó a una discusión sobre el dolor punzante de las continuas dudas sobre uno mismo. Fue entonces cuando me pareció vislumbrar la gran traición de nuestro tiempo, presente en lo más profundo de la forma en que nos han educado. No educados en cómo lidiar con la traición, pero educados hacia la traición sobre lo que significa la verdad.

La idea de que la verdad es ‘subjetiva’ genera una soledad terrible. La idea de que es ‘objetiva’ conduce a otro tipo de soledad, donde no podemos tolerar otro punto de vista. A medida que se desarrolló después de divorciarse del misticismo, la teología condujo a una gran traición a Jesús, a quien solo podemos ‘conocer’ tanto dentro como entre nosotros. No objetiva ni subjetivamente, sino de forma no-dual. En la tradición mística cristiana, John Main sabía esto. También lo sabía el Maestro Eckhart cuando dijo que la verdad real de Jesús no está en lo que hizo o dijo, sino en quién es.

Toda traición es un trágico error. ¿Cómo llegó el cristianismo a traicionar a su maestro? ¿Y qué pasa cuando al que traicionamos no se marcha, sino que sigue siendo quien es?

Traducción: WCCM España

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