Jueves de la quinta semana de Cuaresma
Evangelio: Se preguntó qué podría significar aquel saludo. Lc 1, 26-38
Hay una tienda en Florida por la que pasé un día de verano, que descubrió una buena oportunidad para aprovechar ese componente de ‘bienestar navideño’. Se llamaba ‘Navidad Todos los Días’. No sé si tuvo éxito, pero parecía una brillante idea comercial. Sigue leyendo.
Sospecho que debió haber seguido el camino de todas las Navidades, con la desaparición del deseo de la gente de aferrarse a la nostalgia y al estado de ánimo optimista del pavo y el papel de regalo, y que se dieron cuenta de que, si la Navidad es todos los días, entonces no hay Navidad.
La encarnación, sin embargo, es un acontecimiento diario. Hoy es la fiesta de la Anunciación, cuando María fue visitada por el ángel que le ofreció la oportunidad de dar un enorme e incondicional Sí en nombre de todos nosotros. Nueve meses hasta el día en que, como consecuencia, estaremos diciendo Feliz Navidad. Entre ahora y entonces habrá cambios de estaciones, más confinamientos, más teorías de conspiración, más nacionalismo de vacunación, y muchos más nacimientos y muertes. Pero a través de todos los acontecimientos que surgen constantemente del útero del tiempo, como lo llamó Shakespeare, un bebé crecerá en María, la Madre universal.
Al igual que la semilla plantada en la tierra, que Jesús comparó con el Reino de los Cielos, el bebé crece, ‘cómo, no lo sabemos’, mientras nosotros nos levantamos por la mañana y nos acostamos por la noche. Es como nuestro ‘progreso’ en la meditación. Los cambios que podemos observar y objetivar son pequeños en comparación con lo que está sucediendo mientras somos arrastrados por el río del tiempo y hacia un universo en expansión cuyos límites no podemos ver.
Sin embargo, necesitamos que nos recuerden que esta nueva vida se está formando continuamente, porque es muy fácil distraerse y desanimarse ante los acontecimientos que oscurecen el propósito esencial de las cosas. Aferrarse a experiencias buenas pero efímeras, como propone el enfoque de ‘Navidad Todos los Días’, es una inversión de rendimientos menguantes. Sumergirse todos los días en lo que está tomando forma con un Sí incondicional de plena aceptación es arriesgarse a vivir, a morir y a devolver nuestras muertes a la tierra del renacimiento. Así crece la semilla y fluye el río, hasta que la flor de la juventud, el fruto de la madurez y la cosecha de los últimos días se han cumplido.
Habiendo estado hablando del mantra durante algunos años, soy consciente de que muchas personas al principio responden a la meditación con el escepticismo que despierta la ‘Navidad Todos los Días’. No sirve de nada discutir con ellos ni con las propias dudas, porque la experiencia es la maestra. No hay prueba alguna, excepto la experiencia. Pero tampoco hay experiencia sin un Sí.
Traducción: WCCM España