Lunes de la quinta semana de Cuaresma
Ayer terminé mis reflexiones diciendo que elevar el nivel de la conciencia humana es una tarea tanto de las tradiciones de sabiduría como de cada uno de manera personal. Individualmente quizás no sintamos que tenemos mucho para contribuir en términos de sabiduría, y eso a nivel individual puede ser cierto. Pero, como dice el slogan de una cadena de supermercados a sus clientes, “cada pequeña cosa cuenta.”
Una semana después de la inspiradora reunión global de nuestra comunidad con los meditadores de Ucrania, muchos de nosotros hemos reflexionado acerca de qué significa participar, compartir y colaborar entre todos. Fue una vacuna para el virus del aislamiento individualista que se está expandiendo en nuestra cultura materialista. Todos sentimos esto, pero es difícil ponerlo en palabras.
Unos años después de la Resurrección, el apóstol Pablo discutió con Pedro y Santiago, y los otros líderes del movimiento de Jesús en Jerusalén, acerca de quiénes podían ser admitidos en su comunidad. La disputa llegó a la pregunta: ¿es necesario ser judío para pertenecer a este movimiento? La pelea era – arquetípicamente – entre el universalismo y el separatismo. Finalmente, la mente más espaciosa e inclusiva de Cristo prevaleció.
Como un signo de esta unidad inclusiva de los dos puntos de vista, ese Cristo que fue lo suficientemente grande como para incluir a todos, Pablo acordó juntar dinero para los seguidores de Jesús que sufrían en Jerusalén. Eso se convirtió en una parte importante de la misión posterior del apóstol. Una gran suma de dinero fue recolectada, proveniente de los gentiles cristianos, para sus hermanos y hermanas judíos. Era sólo dinero, pero a la vez, un signo poderoso y sagrado de amor.
En la reunión de la semana pasada, después del tiempo de meditación y de compartir con los ucranianos, les recordamos a los presentes acerca de las necesidades materiales de los refugiados de Ucrania que huyen de las fuerzas invasoras. Alberto y María, nuestros coordinadores de Ucrania, están ayudando a los que escapan hacia Lviv. Ayer me enteré de que nuestra comunidad de Hong Kong juntó más de 30.000 euros en menos de 3 días para apoyar esa labor, fluyendo puramente de la fuente contemplativa. Este regalo es un sacramento de amor y unidad. Es un ejemplo de cómo las comunidades alrededor del mundo de la WCCM, están mostrando de diversas maneras su generosidad, y la gratitud que se desprende de sentir y saber que somos uno – un conocimiento que es fruto de nuestra meditación diaria y en conjunto.
Laurence Freeman OSB.