4 de noviembre 2012
Extracto de “ESSENTIAL WRITINGS” de John Main, editado por Laurence Freeman (Marynoll, NY: Orbis, 2002), pág. 109.
El propósito de repetir el mantra es que se transforma en el foco de tu atención. No estamos pensando en nada ni tampoco estamos tras alguna percepción que pudiera aparecer mientras lo repetimos. Dejamos todo aquello atrás a medida que nos introducimos en un silencio profundo donde el único sonido en nuestra mente es el mantra.
El mantra en sí mismo nos enseña la paciencia que necesitamos para repetirlo. También nos enseñará la humildad necesaria. En la meditación no estamos buscando poseer a Dios o llegar a una profundidad donde Dios se revele. Buscamos simplicidad para aceptar el regalo de nuestra propia creación tan completamente presente como podamos y también buscamos responder a ella tan generosamente como podamos. Para hacer esto es preciso que estemos quietos, en silencio y nos dispongamos a una actitud verdaderamente humilde.
En el lenguaje de todos los días, la esencia de la meditación trata de dejar el ego atrás. No estamos tratando de ver con el ego qué es lo que está ocurriendo. La visión del ego es limitada por su propio egocentrismo. El ojo con el que vemos sin límites es el ojo que no puede ver por sí mismo. La paradoja de la meditación es que una vez que abandonamos el tratar de ver y de poseer, logramos ver todo y todas las cosas son nuestras.
Después de la meditación: Extracto de “NEW AND SELECTED POEMS, October” de Mary Oliver (Boston: Beacon Press, 1992), pág. 62.
Algunas veces a finales de verano no tocaré nada, ni
las flores, ni las moras
rebosantes en la espesura; no nombraré los pájaros o los árboles;
ni siquiera susurraré mi nombre.
Una mañana
el zorro bajó la colina, resplandeciente y seguro,
y no me vio, y pensé:
entonces este es el mundo.
No estoy en él.
Es bello.
Traducido por Isabel Arçapalo.