Sábado después del miércoles de ceniza 2013

El tercer tipo de práctica de cuaresma que es tanto expresada como profundizada por la meditación es el dar.

El dar de verdad es un logro muy raro. Normalmente damos con expectativas invisibles. Esperamos algo a cambio – tal vez otro regalo, un reconocimiento, una recompensa,  gratitud – o simplemente el disfrutar al sentirnos personas generosas y amorosas. Si vemos que no estamos recibiendo la recompensa que creemos que merecemos nos sentimos heridos o resentidos.

Jesús dice que cuando damos no debemos dejar que la mano izquierda sepa lo que está haciendo la derecha.  Un pedido difícil, ser tan sencillo y sin estar consciente de uno mismo.  Pero es esencialmente como venir a la meditación, desprendiéndonos de las exigencias y expectativas, diciendo el mantra como un niño. Los maestros del desierto lo explican de esta manera: el monje que sabe que está orando no está orando de verdad; el monje que no sabe que está orando, está orando de verdad.

En una cultura como la nuestra - tan consciente y crítica de sí misma, es difícil entender esto y aun más difícil confiar en ello como sabiduría.  ¿Acaso no está en conflicto con la virtud del autoconocimiento?  Sin embargo, si no aprendemos a degustar esta sabiduría nosotros mismos (en latín la palabra sabiduría es sapientia, de la palabra sapere que significa degustar, saborear) nos quedamos encerrados en una fijación del dador auto consciente, quien da pero sin poder desprenderse del regalo que está dando.

Cada acto verdadero de dar es un vehículo para el regalo de uno mismo. Cuando hemos sentido este tipo de regalo sabemos que no se valora por el objeto dado. Y su efecto nos transforma, despertando nuestra propia capacidad de darnos.  El misterio de la pascua está centrado en esta capacidad, preparándonos para entrar en él y aún más profundamente durante cuaresma.

Una vez dijo John Main que la mejor preparación para la meditación es el hábito de pequeños actos de bondad. Dar a otros sin que lo soliciten, y no pedir algo a cambio. Dar dinero u objetos, o incluso dar tiempo - una sonrisa y un agradecimiento a un cansado chofer de ómnibus o a la persona que se dedica a limpiar los baños.  Esta forma de dar – para la cual el mantra nos entrena - trae una luz dorada a un mundo descolorido y deprimido.

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