2º domingo de Cuaresma 2013
Pedro y sus compañeros habían sido vencidos por el sueño, pero cuando estuvieron bien despiertos, vieron la gloria de Jesús Lc 9:31
El evangelio del día de hoy es el relato de la Transfiguración. Jesús lleva a los tres discípulos en quienes más confiaba y se transfigura físicamente enfrente de ellos. La voz del Padre se escucha desde la nube de la presencia divina. Para la consciencia humana, esta presencia siempre se encuentra a la vez revelada y escondida.
Más tarde, la noche antes de su Pasión, fue con esos mismos discípulos a orar al jardín de Getsemaní. Allí se quedaron dormidos y les conminó a estar despiertos aunque fuera media hora con Él. Aquí en la montaña, donde vieron manifestarse su gloria interior, estuvieron a punto de ser vencidos por el sueño.
Al parecer una irradiación de Gloria o el prospecto del sufrimiento inminente nos pueden adormilar.
Dormir es el gran restaurador. Después de unos días sin dormir nos volvemos locos. El dormir re-equilibra y sana al cuerpo y la mente. Pero también puede ser el gran escape. Bajo la presión de los eventos externos o cuando sufrimos cambios internos que sabemos que están fuera de nuestro control, podemos fácilmente decepcionarnos y rendirnos al olvido del sueño. Siempre que estamos confrontados por algo que es más de lo que podemos manejar o entender, la mente tiende a voltear hacia el otro lado y prefiere cerrarse. Y nadie puede ser iluminado cuando está durmiendo.
Así que se dice ‘manténganse alertas y oren’. Cada meditador sufre, especialmente al principio de su práctica, con la sensación de adormilarse. Nos preguntamos ¿Estoy obteniendo beneficios de este evento si caigo dormido? O ¿estoy dormido o en un estado de consciencia superior?
Tenemos que viajar a través de los parajes desolados del sueño, que incluyen todos los niveles de consciencia y la tentación de sucumbir, de dejarnos llevar a un estado de ensoñación o aún de olvido completo. El ser fieles al mantra nos ayuda a través de estas etapas o lo que nuestro maestro Casiano llamaba el ‘sueño pernicioso’ y John Main ‘flotar sagrado’. La meditación siempre es el trabajo del despertar.
Es al otro lado de esta zona de evasión y desentendimiento que entramos al espacio de libertad y desposesión. Y luego la gloria nos envuelve y el fundamento del ser se nos presenta. Esta es nuestra propia transfiguración en la gran transfiguración del Cristo.
Traducido por Enrique Lavin