Lunes de la 3ª semana de Cuaresma 2013

Algunos pequeños ajustes pueden lograr una gran diferencia. Imagínense las grandes distancias involucradas en un pequeño error en la brújula de una nave espacial. O en las pequeñas experiencias en la niñez que marcan un patrón de conducta por décadas antes que su efecto pueda ser corregido.

Así también ocurre con las actitudes con las que iniciamos la práctica de la meditación. Como algunas personas tienen alergia a todo lo religioso, el enfoque psicológico o pragmático puede parecer mejor al principio. Es como la nave espacial que está concentrada en el siguiente planeta que está en su ruta. “Voy a meditar para poder conseguir estos beneficios probados”. Los beneficios ciertamente son consecuencia de la práctica. Pero, una vez alcanzados, alejan el horizonte, y lo espiritual o la dimensión integradora de la meditación aparece a la vista. El horizonte se vuelve un símbolo de lo infinito más que un objetivo de corto plazo. Entonces empieza una configuración contemplativa que provee un nuevo impulso para el resto del viaje de descubrimiento.

 

El problema al principio puede ser que consideremos a la contemplación solamente como un medio para obtener nueva información. Así, nos afianzamos a las limitaciones y patrones pre-existentes de la mente y tratamos de hacer que lo infinito quepa en ella. Cuando esto falla creemos que no podemos meditar. Con suerte, finalmente entendemos el punto - que la meditación no es un camino para sumar conocimientos. Es el abrirnos a una nueva forma de conocer que es inexpresable en las formas a las que estábamos acostumbrados anteriormente. Esto es desconcertante y frustrante para la mente, pero tiene un profundo sentido y habla directamente al corazón.

Al inicio la mente nos dice que todo esto no tiene sentido pero, de hecho, es sustentado por la más pura lógica. Para navegar a través de un gran océano tenemos que perder de vista nuestro hogar y la costa. Para abrir la nueva forma de percepción, para “purificar el ojo del corazón”, tenemos que dejar nuestras formas familiares de conocer y de conocimiento y entrar en una luz tan brillante que parece la oscuridad total.

Una vez estaba siendo examinado por un oculista por un desprendimiento de retina y tenía miedo de perder la vista. El dirigió una luz brillante hacia mis ojos y cuando la quitó me quedé aterrorizado y en estado de shock al darme cuenta que no podía ver nada. Se lo dije con mucha ansiedad y él se rió y me tranquilizó.

Aprender a meditar es entender que la vida es un viaje de descubrimiento. Quienes quieran aprender deben tener algo de exploradores en ellos.

Traducido por Guillermo Lagos

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