Jueves de la 4ª semana de Cuaresma 2013
Pronto la cuaresma nos irá conduciendo a una de las más grandes y profundas reflexiones sobre la naturaleza y el significado del sufrimiento. Ojalá que este año estemos listos para ello.
Hay muchas formas de sufrimiento, así como hay muchas manifestaciones del amor. Quizás en el gran secreto cósmico se encuentren en iguales proporciones.
Cuando la mente está confundida, dividida, agitada, afligida por la duda, experimentamos un tipo particular de sufrimiento. Podría quizás no aparecer enseguida en la superficie de nuestras vidas o en nuestra interacción con otros. Eso depende de nuestra capacidad de autocontrol o de nuestra habilidad de poner una buena cara. Pero, eventualmente, no hay nada escondido que no salga a luz. Pocos secretos van a la tumba, o permanecen allí mucho tiempo.
A menudo se dice que el sufrimiento mental es peor que el dolor físico; aunque comparar grados o formas de sufrimiento es una abstracción, es el lujo de aquellos que observan pero no experimentan. La angustia mental, sin embargo, puede en efecto ser peor porque nos aísla, y los demás, incluso aquellos que tienen soluciones y consuelo para dar, a menudo consideran que uno está exagerando. Uno siente que las personas escuchan con empatía pero que por dentro deben estar pensando (como uno mismo también): “¿por qué simplemente no lo superas y haces las paces con tu mente?”
El problema es que la mente no puede hacer las paces consigo misma. Pensar acerca de algo no lo resuelve. Para solucionar un dilema y disminuir el sufrimiento de la confusión necesitamos intuición, sabiduría, la clase de inteligencia que no puede ser medida por los tests. Está allí, como una fuente pura bajo el suelo fangoso, siempre fluyendo.
Quizás seguimos la política y los espectáculos tan ávidamente porque nos vemos reflejados, a una distancia segura, en los argumentos desiertos y las distracciones auto complacientes que acosan a nuestras propias mentes y estilos de vida.
Sí. Es difícil poner meditación en este cuadro tan confuso. Dejar de lado los pensamientos. Fe en la fuente pura. La paciencia de la práctica regular que en sí misma conlleva cierto sufrimiento, pero de tipo redentor.
Traducido por Javier Cosp Fontclara