Viernes de la 4ª semana de Cuaresma 2013

Habemus papam… Se le da una nueva dimensión a la Cuaresma. Que Francisco sea bendecido.

No hace mucho tiempo habría tomado días o semanas difundir la noticia de un nuevo Papa. Hoy estamos todos allí en la plaza cuando se da la noticia. Las primeras impresiones se realizan a nivel mundial y al instante. Él parece tener el don de dar una buena impresión sin hacer esfuerzo; a eso se le llama humildad. En cuestión de minutos le han buscado en Google millones de personas y los expertos ya han acumulado predicciones y evaluaciones.

 

Sin embargo, había también muchos miles allí físicamente, de pie en medio del frío y de hecho cantando bajo la lluvia. La alegría de la multitud en la Plaza de San Pedro era una cosa muy diferente de los comentarios de los expertos y la prudente respuesta de los observadores distantes. Se trata de un ritual y los rituales exigen la presencia física y la participación. Hay un tipo de conocimiento y perspicacia que no viene sino para aquellos que participan en el ritual, incluso si no obtienen una buena vista o no oyen claramente el pronunciamiento del nombre. El suyo era el conocimiento inmediato de alivio - a nadie le gusta estar en un barco sin capitán. Pero también de esperanza.

El Papa Francisco volvió a despertar la esperanza en muchos con una maravillosa economía de gestos - su humor, su elección de nombre, su petición de ser bendecido antes de dar una bendición, su quietud ante la energía del público y su inclinación en silenciosa oración.

No podemos vivir bien sin esperanza y esta virtud fundamental de la vida puede ser erosionada y debilitada con el tiempo. Estamos ansiosos por verla revivida por nuestros líderes y de hecho eso es parte de su trabajo y servicio. Pero entonces es fácil proyectar expectativas poco realistas sobre ellos. Podemos incluso mitificarlos cuando se presentan ante nosotros. Es por eso que las palabras suaves y elegantes de Francisco acerca de su predecesor fueron también prometedoras - la renuncia de un Papa re-humaniza el cargo. Y los primeros gestos simbólicos de Francisco parecen querer recordarnos la humanidad de Cristo - y por tanto de la nuestra.

En este sentido, la elección del Papa Francisco no es una perturbación de la temporada de Cuaresma, sino una ampliación de su significado.

 

Traducido por Sofía Cosp

Categorías: