Lunes Santo 2013

Nuestro retiro de Semana Santa empezó ayer en la Isla Bere. Están aquí personas de distintas partes del mundo así como algunas de la isla y de la Península Beara que es un área de gran belleza natural, a la vez gentil y escabrosa.

Muchos alrededor del mundo estarán también participando por internet. En un grado considerable el espacio ha sido conquistado por la tecnología.  Hay por supuesto una diferencia entre la presencia virtual y la física, pero en ambos casos hay presencia.
 
Lo que importa en realidad es la atención. Una persona físicamente presente puede estar adormeciendose durante una charla mientras un oyente del otro lado del mundo puede estar totalmente presente y escuchando con total atención. 
 
El tiempo es más difícil de conquistar. Podemos acelerar la velocidad de viaje pero no podemos estar físicamente en dos lugares a la vez. El tiempo que toma moverse de un lugar a otro revela un aspecto inescapable de nuestra existencia humana. Ser humano es ser limitado. Sólo en la dimensión espiritual estamos totalmente aquí y ahora.
 
Entramos a lo espiritual a través del poder de la atención pura trascendiendo las limitaciones del ego. Para nosotros, durante estos días, la historia de la Pasión, muerte y resurrección del Señor es el portal a este reino. El poder de atención es la llave que la abre. En el espíritu puede ser superado el poder de todas las limitaciones. “Donde está el espíritu hay libertad”. Ciertos estados mentales pueden imitar esta libertad de espíritu. Muchas personas ansían la libertad de estos estados y usan medios artificiales para inducirlos. Pero a través de estos medios, las limitaciones de espacio y tiempo son debilitadas o corrompidas, pero no son trascendidas. El camino al espíritu respeta las leyes de la naturaleza.
 
Cuando se abre la dimensión espiritual en nosotros, arroja nueva luz dentro de los límites de espacio y tiempo en los que todavía vivimos.  Seguimos siendo humanos limitados, pero las limitaciones no nos impiden la total apertura de nuestro ser a lo divino. Llegamos a ser divinamente humanos.
 
Los misterios de la Pascua son como lo que en el mundo antiguo se llama rituales de iniciación. Todavía nos falta para la última transformación. Pero aquí y ahora –si no nos adormecemos y si sacamos la atención de nuestras limitaciones y del sufrimiento que ellas causan – empezamos el proceso y saboreamos el nuevo vino que Jesús bebe con nosotros en el Reino.
 
El primer paso es entrar a la historia y dejar que ella haga su trabajo en nosotros. La meditación nos ayuda a escuchar la historia pero también nos abre al reino ilimitado del espíritu lo cual es el significado y el propósito de la misma.
 
Traducido por Javier Cosp

 

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