Miércoles Santo 2013
“Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: “¿Seré yo acaso, maestro?” Jesús respondió: “Tu lo has dicho.”
Hay varios aspectos reveladores en torno al tema de la traición en la historia de la Pasión. Jesús es el traicionado, pero Jesús es también el que lo prevé y lo expone casi desapegadamente. Judas se hace el inocente y dice “no soy yo seguramente” y Jesús dice –no por primera vez- “Tú lo has dicho, yo no”. Al igual que con Pilatos o con las autoridades religiosas que le hacen preguntas capciosas, Él evita ser atrapado en su duplicidad y deja que las mismas palabras de ellos sirvan como respuesta.
Él parece muy sereno en el medio de la traición y las falsas acusaciones que llevan a su destrucción. La motivación de Judas permanece siendo un misterio - como la de Iago en Otelo, quien parece complacerse en hacer maldades. Pero la traición evidente de Jesús por unas simbólicas treinta monedas de plata parece ser tan esencial para el significado del destino de Jesús, que lo acepta sin amargura ni culpa. Él simplemente está abierto al ello y lo acepta. Podemos imaginar la tristeza y el dolor de ser traicionado por una persona cercana, pero Jesús no traiciona la intimidad entre ellos. No hay culpa amarga ni un vengativo rechazo del traidor.
John Main dijo que una de las prioridades de la educación es la de prepararnos para lidiar con la experiencia de la traición. Nuestras esperanzas y planes a menudo nos traicionan. El clima nos decepciona el día de la excursión. Los aviones se retrasan cuando estamos con el horario ajustado. Personas en quienes se han depositado grandes expectativas, que a menudo no llegan a satisfacerlas. En nuestros años de formación más vulnerables como niños necesitamos ser protegidos de los efectos de las inevitables traiciones y decepciones de la vida. Hay algo muy malo en defraudar las esperanzas de un niño o no cumplir una promesa. Muchas veces los hemos enfrentado a una dura realidad de la vida. Esperamos que no haya sido demasiado pronto, que no haya hecho demasiado daño, demasiado pronto. La vida depende de la confianza.
Judas y Jesús parecen tener una extraña intimidad en esta historia. Por lo menos son abiertos el uno con el otro. Los otros discípulos traicionan pasivamente o simplemente huyen. Cuando nos traicionan así solemos reaccionar instintivamente - como víctimas, como la parte perjudicada, como el que, por lo tanto, goza de una superioridad moral.
Sin embargo, Jesús responde intuitivamente desde un lugar diferente, más profundo que el predecible complejo de las reacciones psicológicas. Él es verdadero, sincero y sin embargo, no culpa. Su compasión tiene un paciente desprendimiento sin complicaciones. Él perdona sin necesidad de lágrimas o de una dramática reconciliación. Como si hubiera perdonado incluso antes de que el delito se haya cometido.
¿Quién es esta persona revelada en su reacción a una forma muy profunda del sufrimiento humano, tan distante de nosotros y sin embargo tan cerca?
Traducción de Sofía Cosp