28 de abril 2013
Un extracto de John Main OSB, “From Isolation to Love,” THE WAY OF UNKNOWING (New York: Crossroad, 1990), pp. 44-46.
Meditamos porque sabemos con absoluta certeza que debemos pasar a través y más allá de nuestra propia esterilidad. Debemos trascender la esterilidad del sistema cerrado, de una mente puramente introspectiva.
Sabemos, con cada vez mayor claridad, que tenemos que pasar más allá del aislamiento y entrar al amor. Es curioso que la introspección, la mente volcada hacia ella misma, nos lleve a esa esterilidad. ¿Por qué una consciencia centrada en sí misma es tan estéril? Supongamos, por ejemplo, que tratamos de analizar alguna experiencia propia. La consecuencia inevitable es que terminaremos observándonos en el acto de observar. Mientras más profundo el grado en que nos voltcamos hacia nosotros, más complejo será el grado en que nos veremos fijos en nuestra propia consciencia. El resultado es estar atrapados en un pasillo lleno de espejos en que constantemente confundimos la imagen con la realidad. Y todo lo que tenemos son imágenes de nosotros.
Este es un buen momento para preguntarnos ¿por qué es la meditación tan diferente?... Todos llegamos al principio a un punto en que nos preguntamos ¿qué estoy obteniendo? ¿Qué hace esto por mí? […] Es en este punto que todos debemos hacer un acto de fe. Aparentaría ser la fe de entrar a la oscuridad y abrazar esta esterilidad, pero no hay forma de abrazarla excepto con total abandono.
Tiene que ser un acto total de fe. En otras palabras, nos comprometemos con la meditación y con el mantra como una manera de dejar ir nuestra propia esterilidad.
Es en este punto que la esterilidad que experimentamos se transforma en pobreza — una pobreza que abrazamos totalmente. Aquí somos conducidos a esa declaración de nuestra propia pobreza que revela que solo existe Dios y en él toda la riqueza y todo el amor… La esterilidad se vuelve pobreza — un estado de simplicidad total, vulnerabilidad total y abandono total a Dios y a su amor.
La conciencia de nosotros mismos da lugar a la conciencia. Nos damos cuenta que está más allá de nuestros propios horizontes, de lo que es, de lo que Dios es: que Dios es amor. La introspección se transforma en una visión auto trascendente porque todo lo que vemos ahora, lo vemos bañado por la luz divina, expandiéndose hacia el infinito. Vemos todo bañado en el amor infinito de Dios.
Después de la meditación: “The Artist,” – “El Artista” – Stanley Kunitz (New York: Norton, 1995), p. 63.
Sus pinturas se volvían más oscuras cada año. Llenaban las paredes, llenaban los cuartos, eventualmente, llenaron su mundo ---
Todo menos el embelesamiento.
Cuando las voces se extinguían, corría a escuchar la rayada alma de Mozart, en un giro sin fin.
De un lado a otro, de un lado a otro caminaba por el piso manchado de pintura, disminuyendo su tamaño con cada vuelta, atrapado en este vacío monumental, enojado con sus adversarios.
Finalmente tomó un cuchillo en su mano y rasgó una salida para él entre los marcos de su gran paisaje.
A través de los huecos de este destrozado universo, la primer inocencia y la luz.
Traducido por Enrique Lavín