25 de agosto 2013

De Laurence Freeman OSB, “Letter Twelve”, Web of silence (New York: Contunuum, 1998) págs. 132-134.

 

Cualquiera que se haya sentado a estar en quietud inmediatamente enfrenta el primer nivel de conciencia ligeramente por debajo de la superficie de la conciencia funcional de la mente  cotidiana.

Es un rudo despertar al grado de indisciplina e inquietud de nuestra “mente de mono”. Santa Teresa la comparaba a un barco cuya tripulación se ha amotinado, ha atado al capitán y está caóticamente turnándose en el manejo del barco. Algunos días son mejores que otros en términos de distracción, pero esto solo prueba cuán caprichosa es nuestra mente superficial. Qué dependiente de las condiciones externas, qué poco centrados estamos...

“Por lo tanto, no se pongan ansiosos acerca de la comida y bebida para mantenerse vivos, o la ropa para cubrir sus cuerpos. Ciertamente la vida es más que comida, el cuerpo más que la ropa” (Mateo 6:26). Procuramos estar en el momento presente que es el único momento de realidad, de encuentro con el Dios quien es “Yo Soy”. Sin embargo a los pocos segundos estamos pensando pensamientos del ayer, haciendo planes para el mañana o tejiendo ensueños y deseos que  caen en el campo de la fantasía. “Pongan sus mentes en el Reino de Dios y su justicia antes que cualquier otra cosa, y el resto se les dará por añadidura”. “Así que no estén ansiosos acerca del mañana, el mañana se cuidará a si mismo” (Mateo: 6:33). Las enseñanzas de Jesús sobre la oración son muy sencillas y puras, mordazmente sabias y de sentido común. Sin embargo parecen más allá de nuestra capacidad de practicarlas. ¿Estaba realmente hablando a seres humanos reales?

Descubrir nuestras distracciones superficiales nos hace humildes. Así nos ayuda a recordar que el mantra es un descubrimiento universal — ¿por qué si no Casiano lo recomienda (él lo llamaba  “formula”) hace mil seiscientos años?... Ante este descubrimiento es fácil desanimarse y dejar la meditación. “No es mi tipo de espiritualidad. No soy una persona disciplinada. ¿Por qué mi tiempo de oración debe ser también un trabajo?” Frecuentemente este desánimo encubre un sentimiento de fracaso e incompetencia, el lado débil de nuestro ego auto-rechazante: “No sirvo para nada - incluyendo la meditación”.

Lo que necesitamos por encima de todo en esta etapa es un entendimiento del significado de la meditación y una sed que surge de un nivel más profundo de conciencia del que estamos atascados...

Esto ayuda a comprender desde el principio cuál es el significado y el propósito del mantra. No es una varita mágica que pone la mente en blanco o un interruptor que enciende a Dios, sino una disciplina, “principiando con la fe y terminando en amor”, lo cual nos lleva a la pobreza de espíritu.

No decimos el mantra para librarnos de las distracciones sino para que nos ayude a quitar nuestra atención de ellas. Sencillamente descubrir que somos, aunque pobremente, libres de poner nuestra atención en otro lugar, es el primer gran despertar. Es el principio de la profundización de la conciencia lo que nos permite dejar las distracciones en la superficie, como las olas en la superficie del océano.

Después de la Meditación: de Ken Wilber, “The being in transcendence” NO BOUNDARY (Boston: Shambhala, 1985) pág. 129

Si tú persistes en este ejercicio, el conocimiento que contiene se acelerará y  podrás empezar a notar cambios fundamentales en tu percepción del “Yo”... Este “centro del huracán” retendrá su lúcida quietud aún ante los vientos embravecidos de ansiedad y sufrimiento que se arremolinan alrededor del centro. El descubrimiento de este centro testimonial es como zambullirse de las olas funestas de la superficie de un océano tempestuoso a la quietud y calma en las profundidades del fondo. Al principio puede ser que no llegues más allá de unos centímetros por debajo de las agitadas olas de las emociones, pero con persistencia puedes obtener la habilidad de hundirte muchos metros hacia las profundidades de tu alma, y estando recostado en el fondo, mires en estado de alerta pero de forma distante la agitación que una vez te mantuvo paralizado.    

 

Traducido por Guillermo Lagos