9 de setiembre 2013

P. John Main, “Learning to Be,” THE HUNGER FOR DEPTH AND MEANING (Singapore: Medio Media, 2007), pp. 125-6.

La meditación es un estado de ser donde no estás pensando, no estás imaginando, no estás teniendo conversaciones imaginarias con nadie.

Estás en una paz perfecta, en quietud perfecta, en silencio perfecto. En el silencio de la meditación, al ir más allá del pensamiento y la imaginación, estás aprendiendo a ser. Ser nosotros, no ser como si una actividad nos definiera, así sea esta actividad algún tipo de trabajo o proceso de pensamiento, sino simplemente ser. Ser la persona que eres, sin tratar de justificar tu existencia o generar excusas por tu existencia. Simplemente ser, ser como eres. […]

Pasamos más allá de todas las imágenes, sobre todo, de la imagen que tenemos de nosotros. Nos quitamos todas nuestras máscaras. Las ponemos a un lado, junto a nosotros, y comenzamos a convertirnos en la persona que realmente somos, en la simplicidad absoluta. Estamos diciendo nuestro mantra, no para impresionar a alguien; lo estamos diciendo para dejar todas las imágenes, todas las palabras atrás, de manera que podamos estar en la simplicidad total.

Cuando meditamos, no tratas de caerle bien a nadie. No tratas de responder a ningún papel o imagen de ti mismo. De hecho, cuando estás meditando, no solo no tratas de responder a una imagen de ti o a una imagen de alguien más sobre ti, al meditar dejamos ir todas las imágenes. Nos vaciamos. Eso es lo que es la meditación. Es el proceso de vaciarnos de toda la fantasía, todas las imágenes, toda la irrealidad. Eso deja que haya espacio para tu yo real, la persona que eres realmente. Esa es una manera de entender la meditacion. Es una manera de hacer espacio para ser tú mismo.

Decir tu mantra es un proceso de libertad. Te liberas de las imágenes, las fantasías, las memorias que te quitan la libertad de ser quien eres. En la visión cristiana de la meditación, todo el propósito del proceso es liberar tu espíritu a estar abierto al infinito, a permitir que tu corazón y tu mente, todo tu ser, se expandan más allá de todas las barreras de tu propio y aislado yo y entrar en unión con todo. Con el Todo. Con Dios. 

 

Después de la meditación: “The Green Canoe,” Jeffrey Harrison, de FEEDING THE FIRE (Louisville, Sarabinde Books, 2001), The Writer’s Almanac, Septiembre 6, 2013.

 

No tengo más la oportunidad

de salir solo en la canoa verde

y, acostado en el fondo del bote

ir a la deriva adonde el viento me lleve

al otro lado del lago

o a alguna caleta sin saber

porque no puedo ver nada

sobre el costado más que cielo

mientras estoy acostado allí

sintiendo las costillas del bote como mías,

la vaina flotando con un cuerpo dentro de sí…

También una mente, que vaga entre nubes

y los sonidos que llegan desde el agua

un canto de pájaro, una puerta que se golpea

así como las cosas normales que la llenan

pero más despacio, abiertas como pétalos de algodoncillo

arrancados de su tallo y flotando sobre el lago,

confundiéndose con libélulas al atardecer

por las truchas, o que se van a algún lugar

en que las semillas puedan germinar.

 

Traducción de Enrique Lavin