29 de setiembre 2013

Extracto de “Dearest Friends,” Laurence Freeman OSB in the Newsletter of the World Community for Christian Meditation, Vol. 32, No 3, September 2008, p. 4

Cuando la fuerza de la fe es liberada en el ser humano nos incita a experimentar la realidad más allá de las palabras, imágenes e ideas. Entonces descubrimos que los filtros de la metáfora, aunque útiles y necesarios en un nivel, también pueden (y necesitan) ser desactivados para que la fe pueda crecer.

Como todos los humanos universales o crecemos en la fe o  esta se marchita y muere. La fe contiene el anhelo eterno de ver la realidad tal como es. “Hermanos y Hermanas,” decía San Juan, “No sabemos cómo seremos pero sabemos que cuando aparezca Cristo seremos como él porque lo veremos tal como es en realidad. Como es puro, todos los que se hayan asido a esta esperanza se harán a sí mismos puros.”  (1 Juan 3:2-3) Ver a Dios es volverse como Dios. La pureza es la condición de esta visión. En gran parte de la religión, sin embargo, donde la fe está restringida a las creencias o rituales de nuestra tradición, pureza significa apilar los filtros, añadiendo una serie de capas intermedias. Al centro de cada religión, empero, está el conocimiento místico imposible de erradicar de que la última pureza es una visión 20-20 de la realidad, sin filtros y sin ser mediada por la metáfora. La mayoría de nosotros nunca logramos alcanzarla completamente pero la intuición de que así es forma parte de la profunda naturaleza de la fe misma.

Para ver la realidad tal como es, o al menos para liberarse progresivamente de algunos de los filtros, es un gran acto de fe. Expresa la cara de la confianza de la fe porque nuestro apego a las creencias y rituales de nuestra tradición (más que las creencias y rituales en sí mismas) se vuelve una falsa y falsificadora seguridad. Así, mucha gente profundamente religiosa siente aversión o antipatía por la meditación porque se parece (y ciertamente hace) debilitar las fronteras seguras que protegen nuestra visión del mundo y nuestro sentido de ser diferentes y superiores a los demás.

Un camino de la fe, sin embargo, no es una adherencia obstinada a un punto de vista y a un sistema de creencias y rituales tradicionales que la expresan. Esto la convertiría en ideología o sectarismo, no fe. La fe es un viaje transformador que demanda que nos movamos, a través y más allá de nuestros marcos de referencia y observaciones externas- sin traicionar o rechazarlas pero sin dejarnos atrapar por sus formas de expresión tampoco.  San Pablo decía que el Camino de la salvación empieza y termina en la fe. La fe entonces es una apertura interminable, desde el principio de la travesía humana. Naturalmente, necesitamos un marco de referencia, un sistema y tradición. (Pero) si estamos centrados establemente en ellos, el proceso de cambio se desdobla y nuestra perspectiva de la verdad continuamente se expande.

 

Después de la Meditación: “Who Said this?” por Mary Oliver en RED BIRD (Boston: Beacon, 2008) p. 58

 

Algo suspiro algo

Que no era una palabra siquiera

Era más como un silencio

Que era entendible.

Estaba parado

A la orilla del estanque.

Nada vivo, lo que llamamos vivo,

Estaba a la vista.

Y sin embargo, la voz entró en mí,

Mi cuerpo vivo,

Con tanta felicidad.

Y no había nada ahí

Sino el agua, el cielo, el pasto

 

Traducido por Guillermo Lagos