Primer Domingo de Adviento
El inicio del ano litúrgico en nuestro tiempo está felizmente fuera de sincronización con el año civil que inicia en Occidente el 1 de Enero y en el Oriente, basado en calendarios lunares, algunas semanas o meses más tarde. La mayor parte del tiempo, estos días, la pasamos en una zona civil – es el tipo de tiempo por el cual nos pagan y que experimentamos como una fuente de estrés. En alguna parte perdimos lo que se daba por hecho en otras épocas – la existencia de otra capa de tiempo. El tiempo sagrado, que se entreteje con el tiempo civil y previene que nos veamos demasiado obsesionados por preocupaciones materiales.
Nuestra idea moderna de vacaciones pagadas es un resultado de la pérdida de este tiempo sagrado que en una época le daba a la gente muchos días libres, celebraciones y peregrinajes, que proporcionaban el tipo de variedad que hace falta en la vida para mantenernos equilibrados. Por supuesto tenemos ventajas por esta modalidad y por la tecnología. Mucho más niños y madres sobreviven a los nacimientos que en la era pre-moderna y tenemos muchas razones para celebrar los nuevos modos de comunicación a los que hemos llegado tecnológica y socialmente.
Pero el haber perdido el tiempo sagrado nos ha dañado y enajenado de una parte esencial de nosotros mismos, que es la fuente de nuestra integridad, equilibrio y compasión. Su recuperación se vuelve una prioridad para nuestro tiempo. La meditación nos re humaniza a nosotros y a nuestras instituciones sociales precisamente porque nos reconecta a esta dimensión de la realidad.
¿Qué diferencia tiene el despertar a esta dimensión de tiempo? Nos muestra que aquello que estamos esperando ya está aquí. Y, en esta temporada de Adviento, recordamos que la formación de la realidad de Cristo en nosotros sucede a través del tiempo. Y aun así cada dia es sorprendentemente nuevo y nuestras vidas en conjunto presentan una maravillosa unidad.
Aquellos que son religiosos y van a la iglesia pueden experimentar, en algún grado, esta dimensión del tiempo sagrado. Y la práctica diaria de la meditacion lo profundiza y lo integra. Para aquellos que no tienen aspectos religiosos en sus vidas, los tiempos de meditacion deben ser mucho más necesarios. Aprendemos a través de la fiel quietud de la espera durante la meditacion que aquello hacia lo que nos estamos moviendo ya se está moviendo hacia nosotros.
Tarducción Enrique Lavin