1er. viernes de cuaresma. 7 de marzo 2014

 

Cuarenta días pueden pasar tan rápido como cuarenta minutos o cuarenta años. Lo que importa no es la medición del tiempo sino la calidad de la consciencia a través de la cual pasa. (No ‘¿Cuántos años cumplo? sino ¿Cuánto he aprendido?)

Si nuestra mente contemplativa se ha despertado al abrirse el ojo de nuestro corazón, es sorprendente lo sorprendente que es la vida.
Para los puros de corazón, aquellos que no duermen caminan. A través de los maravillosos paisajes de la vida, el misterio siempre se expande. Vemos con una perspectiva diferente los obstáculos, los contratiempos y hasta nuestros desencantadores fracasos. El rasero de la medición se ve determinado por una cada vez más profunda admiración y sentido de gratitud. En cada día de Cuaresma deberíamos tratar de profundizar más y permitir que el regalo de la vida nos sorprenda.

 

Tradujo Enrique Lavín
 

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