Jueves de la 1er. semana de cuaresma, 13 de marzo 2014

El conocimiento espiritual empieza como una ansiedad. Un apetito por algo que no podemos nombrar o explicar. Es un anhelo por algo más o algo distinto. Puede acarrear un sentimiento de descontento o de estar incompleto, no obstante que no tengamos algo de qué quejarnos.

En nuestra sociedad este estado es fácilmente diagnosticado erróneamente como una neurosis o enfermedad mental. Con frecuencia sigue la medicación.

Si esta necesidad no se resuelve, el apetito se vuelve como un fantasma hambriento en nuestra mente buscando sustitutos. Pero tan pronto como lo aceptamos, lo reconocemos y empezamos a entrar en él, nace el conocimiento sanador y regresa la alegría.

Traducido por Guillermo Lagos

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