Miércoles de la 2ª semana de cuaresma, 19 de marzo 2014
Somos seres dualistas con aspiraciones trinitarias. El modelo cristiano de Dios - de la verdadera naturaleza de la realidad - tiene a la dualidad Padre-Hijo trascendida por el Espíritu Santo. Donde está el Espíritu hay unidad, sanación de la división y reconciliación de los opuestos. Estar atascado en la dualidad de la división sin el aliento de la reconciliación de la unidad es agobiante. Se siente como estar en la cárcel de donde la única escapatoria es la fantasía. Liberación, salvación, iluminación, el reino de la experiencia, nos niegan la opción de la fantasía al abrir la dimensión del Espíritu y el mundo de la no-dualidad. Por supuesto, la vida cotidiana continúa - como el sistema binario de las computadoras - pero se desenvuelve en un mundo nuevo, donde lo más sorprendente es la nitidez de la realidad y la transparencia de las fronteras.
Traducido por Guillermo Lagos