Jueves de la 2ª semana de cuaresma, 20 de marzo 2014
A medida que los contornos se vuelven transparentes, el amor se revela a sí mismo progresivamente como la fuerza motriz de la realidad. El amor no acaba nunca. Tampoco tiene un comienzo - excepto en el tiempo en que es transformado en eternidad por su aparición. A través del amor nosotros somos cambiados en criaturas que por la gracia se igualan con el creador porque somos re-ligados (no conscientemente) a nuestro punto de origen - la fuente que podemos conocer pero nunca objetivar. El amor es la luz que quema la opacidad de los contornos y nos permite ver a través de nosotros mismos sin dejar de ser quienes somos.
Laurence Freeman OSB
Traducción: Marta Geymayr
Categorías: