Martes de la 4ta. semana de cuaresma, 1 de abril 2014
Nuestros enemigos a veces se presentan a la luz de la conciencia, pero a menudo también acechan en las sombras de nuestra mente. La edad avanzada, la enfermedad y la muerte, los errores, los rechazos, las traiciones, los malentendidos; estos son los fantasmas que utilizan nuestras memorias más antiguas enterradas en las capas arqueológicas del pasado. Ellos vuelven a dibujarse y a tomar nuevas formas al convertirse en los miedos que controlan nuestro yo presente en relación al futuro. Si ellos no se han mostrado aún – y puede que nunca lo hagan – somos felices sin pensar en ellos. Sin embargo, ellos están allí, en mayor o menor medida, dependiendo de lo que pasa en nuestras vidas. Son enemigos porque no nos hacen ningún bien y pueden potencialmente causar mucho daño.
En lugar de tenerles miedo, de negar su existencia, necesitamos encontrar la manera de amarlos. Entonces sus energías bloqueadas se liberarán y los fondos ahora disponibles fluirán a la economía de nuestra vida como una avalancha de libertad y gozo.
Laurence Freeman OSB
Traducción: Javier Cosp