Miércoles de la 5ª semana de cuaresma, 9 de abril 2014
Ya no los llamo siervos. Yo los llamo amigos, porque he compartido con ustedes todo lo que he recibido del Padre. Me doy cuenta de que estamos anticipando esta cita, pero estoy impaciente. Esta revelación de la naturaleza de su relación con nosotros y con toda la humanidad explica de muchas maneras todo el significado de los misterios de la Pascua a la cual durante la Cuaresma nos hemos estado preparando para celebrar - y para entender un poco mejor esta vez. (Contamos con un número finito de Pascuas en nuestra vida y esperemos que cada una de ellas nos lleve a profundizar un poco más).
Los tiempos difíciles permiten tamizar los amigos de buen tiempo de los amigos reales. A veces nos sorprende a quién encontramos de pie al lado de nosotros cuando perdemos el prestigio o la influencia o salimos del poder. Aquellos que pensábamos eran simples conocidos se pueden mostrar compañeros sinceros, a una profundidad que no habíamos imaginado. Y aquellos que estábamos seguros que estarían con nosotros hasta el fin empiezan a poner excusas, tan pronto como les sea posible; y ese cambio sutil en su tono de voz revela la verdad . Hay un momento incómodo conmovedor en la película de los últimos días de Hitler en el bunker cuando lo vemos conmovido hasta las lágrimas cuando uno de sus más cercanos aliados decide dejarlo a su suerte. Esto demuestra cuán universal es el don y qué frágil el sentido de la amistad en todos los asuntos humanos. El peor de los monstruos humanos es capaz de este regalo de la amistad que muestra en última instancia, nuestra capacidad de conocer a Dios por participación. Después de todo, ¿Jesús negó la comunión – darse a sí mismo en la forma de pan y vino - incluso a Judas?
Laurence Freeman OSB
Traducción: Marina Müller