Jueves de la 5ª semana de cuaresma, 10 de abril 2014

 

Toda amistad nos expone a la traición y muy pocas amistades no incluyen la experiencia de ser abandonados o defraudados en los momentos cruciales. Las verdaderas amistades se recuperan y crecen más fuertes a través de esos momentos por medio del perdón, el humor, la amnesia selectiva y el terco compromiso con una verdad mejorable que llamamos fe.

Debido a que los amigos son humanos y falibles, su amistad a veces es socavada por el miedo, el egoísmo y la inconsciencia. Tales fuerzas no obstante se pueden reconocer a tiempo - antes de que hayan hecho lo peor e - incluso en silencio - la confesión de la culpa puede ser suficiente para convertir el fracaso en crecimiento, la vergüenza en alivio. En esos puntos bajos en las relaciones humanas - Jesús los conocía mejor que nadie - podemos estar más cerca del gran avance de lo humano a lo divino. Es (como la Pascua) a la vez algo imposible y totalmente predecible.

Laurence Freeman OSB

Traducción: Marina Müller

 

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