10 de agosto 2014
Un extracto de Laurence Freeman OSB, “Dearest Friends” en la Newsletter de la World Community for Christian Mediation, Vol. 35, No. 2, July 2011, pp. 4-5.
Podemios dejar ir nuestras preocupacioes y ansiedades tal como Jesús nos advierte en sus enseñanzas sobre la oración. Esas ansiedades son de muchos tipos, los diarios tropezones que pasan con una noche de bien dormir, las pérdidas que todavía siguen terriblemente presentes al despertar, los patrones más profundos de nuestro carácter que tienen sus raíces en la memoria pre-consciente.
La sabiduría y el perdón comienzan su trabajo tan pronto nos damos un espacio y dejamos de culpar al mundo de nuestros padres y nuestros enemigos y caemos en la cuenta de que nosotros somos el problema. El primer paso de un camino maduro espiritualmente puede tomar años. Una vez tomado, sin embargo, somos capaces de discernir los diferentes niveles de sufrimiento e insatisfacción a través de los que tenemos que trabajar, aquellos que podemos manejar nosotros , aquellos sobre los que tenemos que pedir ayuda y aquellos que simplemente tenemos que trascender.
La Meditación aguza y acelera este discernimiento. En todas las tradiciones la oración profunda, en silencio, no-conceptual parece ocupar el corazón de la fe y abrir la puerta de la unión con Dios.
Los Sufis hablan de “dhiki” o el recuerdo de Dios al que se llega a través de la repetición del nombre de Dios. En su simplicidad se dice que contiene todas las formas de oración y “nos libera de toda confusión e incomodidad”
El Corán nos recuerda que “ningún objeto es digno de adorar excepto Dios” y por tanto no hay otro objetivo final o existencia real. Viendo esto, también vemos por que no debemos “poner ningún valor a nada que hallamos perdido…pero tampoco debemos perder nuestro tiempo”.
El mandamiento de Jesús sobre amar – a Dios, al prójimo, a nosotros – y la urgencia de su tono al enseñarnos esto, se traduce en la atención plena con la que prestamos absoluta atención a Dios. Entonces podemos voluntariamente lo que tenemos por la pura alegría de encontrar el tesoro del reino enterrado en nuestro corazón.
Sin embargo, los cuidados de la vida nos sobrepasan fácilmente. Nos pueden hacer egoístas, olvidadizos, insensibles, ignorantes y estúpdos. Olvidamos que Dios existe. Ignoramos las necesidades de nuestros vecinos. Hemos perdido nuestra capacidad de asombro. Caminamos como sonámbulos hacia la gracia. Ascesis, el trabajo espiritual, es la cura para aquel que se preocupa. Nos enseña a manejar los problemas y vivir en libertad a pesar de ellos. Disuelve la dureza de corazón conforme nos vamos volviendo más sensibles y responsivos, más abiertos a la belleza del mundo y a las necesidades de los demás, incluyendo las de aquellos que con avaricia toman antes de pedir. Sabiamente, aceptamos que no podremos – en esta vida de cuidados – nunca tener todo lo que queremos. Pero entonces la liberación se vislumbra al aceptar que el problema real no es en el no tener, sino en el querer tener precisamente.
Después de la meditación, “The Trail is Not a Trail, -El camino no es camino -“ Gary Snyder, LEFT OUT IN THE RAIN: North Point Press, 1986); publicado el 9.24.11 en el Writer’s Almanac.
Manejé por la carretera
Y salí a un camino
Que llegó a una ruta vecinal
Seguí después la ruta vecinal
Hasta que llegué a un camino de tierra
Lleno de agujeros, y me detuve
Caminé por el camino
Y llegué a un sendero
Pero el sendero se volvió agreste
Y se desvaneció
Estaba en el campo abierto
Para ir hacia cualquier lado.
Traducido por Enrique Lavín
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