2 de noviembre de 2014
Un extracto de Laurence Freeman OSB, “Reverence,” LIGHT WITHIN (New York: Crossroad, 1989), pp. 92, 94-95.
Las personas religiosas tienden a ser más auto conscientes que otras. Y si somos honestos acerca de nuestra auto consciencia, deberíamos ver su conexión con una cierta falta de reverencia en nuestra vida religiosa. Podemos estar sorprendidos que en los momentos más sagrados de nuestra vida nuestro espíritu de reverencia es penosamente hueco. Una ocupada y ruidos irreverencia en nuestras iglesias es ciertamente algo que los no-cristianos siempre mencionan. Se fijan, por ejemplo, en la falta de silencio o quietud física. Muchas veces se fijan en la cantidad de tiempo que pasamos pidiendo a Dios las cosas que queremos.
Eso no quiere decir que no debemos de movernos cuando estamos en nuestros lugares, o que las palabras no sean una parte enriquecedora de nuestra adoración religiosa. Pero…la meditación cambia nuestra actitud hacia el culto porque nos enseña desde nuestra propia experiencia que el Dios al que rendimos culto está presente y es su presencia a la que rendimos culto. La meditación hace que nuestra vida religiosa sea más reverente porque nos enseña a través de nuestra experiencia de su presencia inmanente, que en su Presencia adoramos su Presencia. No estamos menos en el que el en nosotros. En la interpretación de su consciencia con la nuestra conocemos porque somos conocidos. La respuesta más natural a cualquier experiencia en la que conocemos y somos conocidos es un silencio lleno de reverencia. El silencio nos lleva a profundizar en el conocimiento mutuo.
Usamos muchas palabras. Las escuchamos, igual que a las mismas ideas tantas veces al dia que se vuelven chatas para nosotros. Pero mucha gente se recuerda como escuchaban las palabras de San Pablo leídas por el padre John como si fuera la primera vez. Eso era asombroso, y sin asombro podemos olvidar que la realidad de que hablamos y a la que adoramos, es real y está presente. La reverencia y el asombro solo se generan por un contacto directo con la Presencia real. De otra forma, nos quedamos atorados en el nivel de contacto indirecto, preocupados de como hablamos de… o como pensamos sobre…entonces nos vemos inevitablemente preocupados acerca de la manera como hablamos, la manera como lo expresamos, la manera como lo comunicamos; y así desarrollamos una cierta auto importancia religiosa. El siguiente paso es comenzar a discutir y condenar. Es esta la gran maldición y la tendencia de la gente religiosa, la consecuencia de perder la reverencia.
Y sin embargo el camino de la auto importancia a la reverencia es tan simple. No tenemos que tratar de buscar un contacto directo con Dios porque ya está hecho. Esa es la encarnación, la Palabra hecha carne. No tenemos que tratar de discutir sobre esa gran Consciencia porque ya nos habita, y no para cumplir con un argumento sino por amor. El meditar es simplemente saber eso.
Después de la Meditación: “Two Kinds of Intelligence” The Essential Rumi, tr. Coleman Barks –Dos clases de Inteligencia-Rumi.(Edison, NJ: Castle Books, 1997) p. 178.
Hay dos clases de inteligencia: una adquirida
como niño en la escuela que aprende hechos y conceptos
de libros y de lo que dice el maestro,
Juntando información de las ciencias tradicionales
asi como de las nuevas ciencias.
Con esa inteligencia subes en el mundo.
Te colocan adelante o atrás de otros
De acuerdo a tu competencia en retener
información. Paseas con esta inteligencia
dentro y fuera de los campos de conocimiento
consiguiendo marcas en nuestras tabletas.
Pero hay otro tipo de tabletas, un tipo ya terminado
Y preservado dentro de ti,
Un manantial que se sale de madre.
Esta otra inteligencia no se vuelve amarilla o se estanca.
Fluye y no se mueve de afuera hacia adentro
A través de los conductos de plomería del saber
Este segundo conocimiento es un manantial
que surge de ti hacia afuera.