25 de enero 2015
Un extracto de Laurence Freeman OSB, “The Labyrinth”, JESUS THE TEACHER WITHIN (New York: Conitnuum, 2000) pagos. 231-32
Si vamos a abrazar la eternidad de la plenitud de ser (el YO SOY de Dios), primero debemos enfrentar la dura realidad de la permanencia y el vacío. La tentación siempre es a reducir la intensidad, a hundirnos en un menor grado de conciencia, aún a volver a dormir. Buda nos previno en contra de este nublar la mente en este o cualquier otra etapa del viaje con estupefacientes o sedantes, estimulantes o tranquilizantes. Jesús nos pide a todos que permanezcamos completamente conscientes.
Estad alertas, estad vigilantes. No saben cuándo va a venir el momento…. Manténganse aletas porque no saben cuándo llegará el dueño de la casa. Al anochecer o a la media noche, al cantar el gallo o al amanecer…si llega repentinamente no los debe encontrar dormidos. Y lo que les digo a ustedes se lo digo a todos. Estén despiertos (Marcos 13 33-37)
En la carta a los Efesios Pablo dice que este estado de alerta lleva a los “poderes de visión y sabiduría” y de ahí a la revelación del conocimiento espiritual. Pero aun con la fe más robusta, el triste sentido de separación no se disipa inmediatamente aun cuando la sabiduría empieza a brillar. La muralla del ego se puede sentir como un obstáculo infranqueable, un camino sin salida que no nos deja algún lugar al que podamos ir. Pero, como nos recuerda la Resurrección, aquello que parece el fin no lo es. Al enfrentar nuestro arraigado egoísmo y reconocer su muerte lenta, la meditación nos ayuda a verificar nuestra resurrección a través de nuestra propia experiencia.
La ley de la naturaleza inferior, del Karma, y la dominación del reino del ego que nos limita hasta que aparece un hoyo en la pared. Primero se remueve un ladrillo, como si fuera por una mano misteriosa, y podemos entrever una perspectiva más allá de cualquier cosa que hayamos pensado previamente que somos capaces de conocer. Es una experiencia y sin embargo es conocida de una forma distinta a cualquier experiencia anterior. No somos solo el ser individual que pensamos que éramos. La vida ha cambiado de forma irreversible. Vivimos y sin embargo, como dice San Pablo, ya no vivimos
Yo soy porque no soy.
Después de la Meditación, de THE BEST OF MEISTER ECHART, ed. Halcyon Backhouse (New York: Crossroad, 1996), pág. 96
Qué es la oración de un corazón solitario? Mi respuesta es que el desapego y el vacío no pueden orar porque quien ora desea algo de Dios: algo que sea añadido…o algo que sea quitado. Pero el corazón que está desapegado no desea cosa alguna, ni tiene algo que deba ser entregado- Así que no tiene oraciones; su única oración es ser uno con Dios.
Traducción: Guillermo Lagos