Jueves después del miércoles de ceniza, 19 de febrero 2015
Lucas 9:22-25: el que quiera salvarse a sí mismo se perderá
El poeta inglés George Herbert ha sido calificado como el poeta del tiempo atmosférico interior. Siendo inglés, podía hablar sobre el clima y estaba bien ajustado a sus variaciones mayores y menores…”Después de tantas muertes yo vivo y escribo / Una vez más huelo el rocío y la lluvia / Y me deleito escribiendo versos…..”
Nuestros cinco sentidos y nuestra vida física están intrínsecamente entretejidos dentro de nuestras estaciones espirituales. Cuando nuestra vida espiritual está nublada por estados mentales negativos o patrones recurrentes que nos mantienen ensimismados, nuestros sentidos también pierden su agudeza. Nos sentimos aburridos, deprimidos y desconectados con el mundo y con todas las relaciones en las que vivimos y respiramos.
Pero cuando estamos espiritualmente despiertos, nuestros sentidos captan la vitalidad de la vida y pueden oler, ver, tocar, oír y gustar, no importa si lo sentido es deslumbrante o repugnante, lo importante es que lo captemos en su totalidad.
La parte sensual de nuestra conciencia necesita lo espiritual y lo espiritual necesita lo sensual. Cuando están balanceados se unen y forman un solo perfecto lenguaje, y experimentamos la plenitud.
Así, mientras la Cuaresma sigue su curso, considera las dos prácticas que describí ayer a la luz de lo que estás sintiendo.
No te pongas demasiado conceptual, idealizando demasiado acerca de ellas. Cada día puedes evaluar cómo lo estás haciendo, pero con desapego y humor, en lugar de tener una actitud juzgadora.
Las meditaciones de la mañana y la tarde calibran todo esto de una manera natural y espontánea. Es así como uno se pierde a si mismo enteramente y esto te ayuda a encontrarte en plenitud. No necesitas mirar cada rato bajo el capó del auto para ver cómo está el motor. Sentirás que el auto (igual que el ego) está funcionando adecuadamente y llevándote donde estés yendo.
Traducción: Javier Cosp Fontclara