Sábado después del miércoles de ceniza, 21 de febrero 2015

Lucas 5: 27-32  No he venido a llamar a los justos a que se conviertan, sino a los pecadores.

Después de años de hacerme viajar mal, una línea aérea me envió una nota de agradecimiento por acumular tantas millas y me otorgó un status Gold de por vida. (Acabo de tipear equivocadamente “God status” – status de Dios). Soy un poco escéptico sobre sus promesas pero por el momento me facilita el check-in y la espera. La manera en que este beneficio se ofrece está destinada a que uno se sienta especial, pero ay de aquellos que caen en esa tentación.

El status especial es una ilusión en la que nos refugiamos cuando las cosas están yendo bien. Incluso podemos agradecer a Dios porque la tormenta no nos tocó a nosotros sino a la península vecina. Cuando las cosas van mal, cuando perdemos lo que siempre hemos disfrutado o no logramos aquello por lo que tanto hemos trabajado y esperado, o cuando se reduce nuestro tiempo de disfrute, sentimos como si nos hubieran retirado el status especial. Imagina lo que los judíos en la Alemania nazi sintieron cuando poco a poco les fueron retirando sus derechos sociales y profesionales y fueron reducidos en corto tiempo a la categoría de no ciudadanos. Esto fue una pesadilla de inseguridad, que aunque todos tenemos, para ellos se hizo realidad.

Aun cuando sólo sea la vida y las siempre cambiantes circunstancias las que nos hacen perder lo que valoramos – como la salud – igual tenemos la irritante sensación de que nos están queriendo molestar.  Nos sentimos enojados hacia algo (Santa Claus, Dios o el gobierno). Sentimos que hemos perdido status por una enfermedad e incluso por un test que está todavía siendo practicado. El sentido de superioridad, que el sano apenas puede disimular en relación al enfermo. Sin embargo, esta sensación de estar separado y marginado por el destino tiene una gracia. Jesús dijo que venía para los enfermos, no para los sanos. El comía con los pecadores, no con los líderes eclesiales. Así que, ¿quién es “especial”?

No tenemos que asombrarnos entonces cuando vemos esto: que “los pecadores son los mejores contemplativos”.

Traducción: Javier Cosp Fontclara 

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