Sábado de la 3ª semana de cuaresma 2015. 14 de marzo

Lucas 18:9-14: El que se exalte será humillado, y el que se humille será ensalzado.

Cuando queremos evitar detalles y generar argumentos que acabarán con cualquier oposición decimos cosas como ‘hay dos tipos de gente’ o ‘podemos hacer una de dos cosas…’ La mente gusta de las dualidades porque siempre hay un ganador y un perdedor. Pero como Dios y el meditador saben, la dualidad es apenas dos terceras partes del cuento. La más profunda y sub-atómica mente piensa en tercios, así que ganar o perder no es el punto importante.

Como maestro, utilizando relatos que eran a la vez simples y sutiles, Jesús maneja la dualidad para llegar a lo trinitario. En este relato dos hombres van al templo a orar. Uno es un personaje dickensiano, absurdo, intolerante, fanático y un egoísta de primera que en realidad cree ser mejor que los demás y le agradece a Dios por ello.

El otro es un estereotipo también, un corrupto recaudador de impuestos que seguramente era dueño de bares y clubes de strip tease y otros negocios turbios. Lo que es sorprendente es que estaba en el templo y rezando.

No es sorprendente que el fariseo estaba tan absorto en sí mismo para darse cuenta que no estaba orando para nada. No sabía que estaba distraído – por el peor de los problemas. El publicano seguramente estaba tratando de concentrarse pero no podía dejar de pensar en los problemas de sus negocios. Pero lo sabía y aventó este conocimiento al caldero de la oración también. La adoración verdadera acoge todo.

Como Marta y María o el hijo pródigo y su hermano mayor, estos dos parecen ser polos opuestos. Pero si lo leemos por segunda o tercera vez se van uniendo. La mente atenta comienza a reconocerse en cada uno de ellos. ¿No tenemos momentos en que nos sentimos superiores, si no con todos, al menos con los más bajos? ¿Y no tenemos, en el rincón más oculto de nuestro ego una consciencia de que estamos bastante dañados y no podemos hacer nada al respecto excepto abrirnos nosotros mismos en ese mismo lugar, hacia el Dios que solamente descubrimos en la humildad? Excepto que aun eso lo hacemos imperfectamente.

¿Pero entonces, qué es la mente que está consciente de esta dualidad dentro de nosotros? Es la tercera que hace uno. Excepto que es una unidad no numérica, una unidad y una unión en que la dualidad es a la vez sanada y trascendida. Y así, ahí está la paradoja con la que Jesús cierra la parábola – ensalza y serás humillado, humilla y serás ensalzado. Obviamente no puedes estar mucho tiempo en ninguno de los dos lugares entonces. ¿Así que dónde estamos?

Llegamos a ese lugar no-geográfico cuando vemos que Dios está sonriendo.

Laurence Freeman OSB

Traducido por Enrique Lavín

 

 

 

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