Domingo de la 5ª semana de cuaresma 2015. 22 de marzo

Juan 12: 20-33: es por esto que he llegado a esta hora.

La mente humana puede ser muy reactiva. Al no conseguir lo que queremos nos enfurecemos, nos quejamos o atacamos cualquier cosa a la que podamos culpar por nuestra decepción. Es sorprendente lo crueles e irracionales que podemos ser aún en cuestiones relativamente pequeñas, cuando las cosas no marchan a nuestra manera. En esas ocasiones es cuando enterramos más profundamente nuestros tacos dentro del barro de la negatividad y el odio a pesar de que al hacerlo incrementamos nuestro propio dolor y la distancia entre nosotros y los demás.

El dolor y la tristeza en general nos separan y nos aíslan. A veces incluso nos separan de la misma mano que se extiende ofreciendo salvarnos volviéndonos a conectar con la fuente de la compasión y la curación. A otro. El dolor y el enojo pueden hacer una combustión violenta de la cual disfrutamos oscuramente, aún mientras nos daña.

Reaccionando – o  respondiendo. La mente entrenada con acceso a la inteligencia espiritual del corazón, al conocimiento que llamamos sabiduría, responde en lugar de reaccionar. Incluso en plena desorientación, confusión y miedo podemos aprender a elegir otro camino. Antes que la reacción de la ira, está la respuesta de aceptación. Simplemente aceptando lo que es. En esta apertura a la verdad – la verdad es lo que es - la opción por la violencia se disuelve. Vemos con mayor razón que la violencia es una terrible falta de imaginación.

Es por esto que estoy aquí, frente a todo esto – dijo Jesús. Cuando respondemos a los acontecimientos de esta forma, dejamos el pasado atrás y una luz brillante detrás nuestro ilumina el camino por delante.

Laurence Freeman OSB
 

Traducción: Leonardo Fabián Toriggia

 

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