Miércoles de Semana Santa

PHOTO: LAURENCE FREEMAN

Mt 26:14-25: en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.


La escena de la Pascua vuelve a incomodarnos hoy por la vergüenza de la traición. Esto es claramente un importante aunque desagradable elemento del significado de la Semana Santa que debemos de afrontar.

Es como sacar a relucir un tema socialmente incorrecto durante la conversación de una agradable cena. Te arriesgas en convertirte en el peor acompañante de la mesa y a no volver a ser invitado. O como sacarte comida de la boca, dejarla caer en el suelo y esconderla debajo de la mesa en lugar de ofrecérsela a quien esté sentado a tu lado.

Así pues, evitaremos el tema de la traición tan importante en esta narración. En su lugar, recordaremos el contexto, la cena, y la compañía, por muy imperfectos y frágiles que sean. Hay personas con el don de crear estas ocasiones. Gestionan la comida y la mesa con el simbolismo adecuado – ni demasiado formal ni demasiado informal. Este arte de la hospitalidad es un don de creciente rareza que permite que la celebración y la amistad se compartan durante la cena. Todas estas ocasiones son siempre una especie de eucaristía.

Quizás una razón por la que la Eucaristía haya perdido su significado para la gente, y de porqué la ceremonia religiosa parece tan incomprensible y tan vacía, es por que vemos a la comida como una extravagancia personal y no como un compartir en comunidad. Para muchas familias, particularmente en las tierras prósperas, el sentarse, comer, y hablar y permanecer juntos hasta el final de la comida parece una costumbre pintoresca. Siempre tenemos otra cosa que hacer en nuestros cuartos – bajarnos algo de internet, ver algo, comunicarnos electrónicamente – y la comunidad de la mesa acaba pareciendo algo mucho menos interesante una vez que hemos satisfecho nuestro apetito.

Sin embargo, el comer con otros es lo que la oración realmente pretende. Es el tiempo – como meditar con otros o celebrar un ritual tal y como empezaremos a hacer mañana – durante el cual somos alimentados y nutridos por el que es la comida en sí misma. Hemos de permanecer, esperar y permitir que seamos servidos. En última instancia, fue el traidor el primero en irse de la mesa (disculpas por volver sobre este tema otra vez).

Laurence Freeman

Traducción John Siska

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