Viernes Santo

PHOTO: LAURENCE FREEMAN

Jn 18:1-19:42: Y estaba allí una vasija llena de vinagre; entonces ellos empaparon en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado está. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.

 

Hoy pasamos con Jesús del jardín donde es traicionado por Judas al espectáculo legal durante el cual es negado por Pedro, rechazado por sus paisanos, ridiculizado por el poder extranjero, torturado, y crucificado.

Sus últimas palabras en esta narración no son una auto defensa, ni un discurso, ni una acusación sino una afirmación descarnada de que cualquier propósito que pudiera tener su vida estaba realizado. Es ambiguo. Mirando hacia atrás, podríamos decir que todo ha acabado, que es un fracaso irredimible. Mirando hacia delante, podemos entender que sus últimas palabras  quieren decir que todo se ha satisfecho tal y como tenía que ser, que todo está ahora completado. 

Pero el momento de la muerte es un momento presente que ni mira hacia atrás ni hacia adelante para pasar un juicio o revivir esperanzas. Es un momento de absoluta quietud. Por esta razón, los detalles de este momento están tan agudamente definidos aunque no es fácil decir qué significan. La esponja, el vino, el hisopo… gestos de consuelo profundos aunque inútiles a un hombre moribundo.

Esta es la naturaleza casi Zen de la Pasión de Jesús. Es vívida, tan vívida y no conceptual como nuestro propio sufrimiento y desolación. Y no hay falso consuelo, no hay un “todo irá bien”, o un medio abrazo de alguien. En este momento, estamos o dentro o estamos fuera, y si estamos dentro, con El, en El, como El dijo que permanecería en y con nosotros, sobran las explicaciones. En la Iglesia, leemos los evangelios y rezamos oraciones. Pero la razón real de porque estamos ahí es para unirnos a la fila de personas que en silencio, voluntariamente salen de sus bancos, bajan por el pasillo central y besan la cruz en la que El murió.

Laurence Freeman OSB

Traducción John Siska

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