Domingo de Resurrección 2015
Ha Resucitado. ¡Aleluya!
Hoy madrugamos a pesar de la vigilia de anoche y nos dirigimos a la piedra ancestral que se encuentra levantada en el centro exacto de la Isla de Bere. Esperamos allí a que amanezca. Tanto si tenemos un día claro y vemos la gran bola dorada elevarse sobre el horizonte recordándonos que cada amanecer es un milagro que contemplar como si el día amanece nublado y la luz va cogiendo fuerza pero sin llegar a resplandecer, la celebración de los servicios de Pascua es magnífica. Somos uno con el mundo y con todas sus criaturas bajo un sol que resplandece igualmente sobre lo bueno y lo malo.
Hoy, todo se integra y recobra su sentido - el ascetismo de la Cuaresma, la meditación diaria y las lecturas sobre los profundos misterios de la Eucaristía, la Cruz, y el sepulcro vacío. Ahora sabemos que todo esto es vivido y experimentado a la luz de Aquel que nos enseñó que la muerte - el gran enemigo y el gran temor – es solamente un pequeño puente, aunque solitario, que todos tenemos que cruzar. Al ir sintiendo la transmisión de la buena nueva de la Pascua nos vamos liberando de este temor tan primario.
La Resurrección es, como los milagros de sanación de Jesús, una realidad que nos restaura a la vida que deberíamos y podemos tener- sin miedo a la muerte, sin estar controlados por la vergüenza, en la seguridad de que seremos bienvenidos en casa y que los sentimientos de auto rechazo y auto destrucción generados en las esquinas más oscuras de nuestras tinieblas, no nos alcanzarán. Como aquellos en los que brilla la luz de la Resurrección – porque sencillamente se han dirigido hacia ella con apertura – empezamos a vivir esta vida, día a día, de una nueva forma.
Novedad. El aroma del pan fresco, los corderos recién nacidos, el descubrimiento de la afinidad con otro – todo nuevo y, aun así, como el sol, siempre presente. “Estaré con vosotros hasta el final de los tiempos. Yo me voy. Es bueno para vosotros que yo me vaya. Pero volveré y entonces sabréis.”
Gracias a todos vosotros que habéis estado compartiendo estas reflexiones y viajando juntos a este día de Pascua. Y gracias especialmente al grupo de meditadores alrededor del mundo que fielmente las tradujeron a diez idiomas día tras día, durante 40 días. ¡Feliz Pascua a todos!
Con mucho amor,
Laurence Freeman OSB
Traducción John Siska