30 de agosto 2015
De “El Silencio del Alma”, por Laurence Freeman OSB en LA TABLETA 10 Mayo 1997
Nuestros pensamientos, miedos, fantasías, esperanzas, enojos y atracciones están surgiendo y cayendo a cada momento. Automáticamente nos identificamos con estos sentimientos o estados compulsivos recurrentes sin pensar en que estamos pensando. Cuando el silencio nos enseña que tan poco confiables y transitorios son estos estados en realidad, confrontamos las difíciles preguntas de quien somos en realidad. En el silencio debemos luchar con la dura posibilidad de nuestra no realidad.
El pensamiento Budista hace esta experiencia- a la que llama anatman o “no yo”- uno de los pilares centrales de la sabiduría del camino a la liberación del sufrimiento y uno de los medios esenciales de la iluminación. El practicante Budista es animado a que busque este sentido de transitoriedad interior en lugar de buscar huir de ella para terminar por echarse de clavado en ella, como hicieron Meister Eckhart y los grandes místicos Cristianos.
Comprensiblemente, anatman es la idea Budista con la que generalmente tienen más problema los otros. Qué absurdo, que terrible, que sacrílego decir que no existo. De hecho la mayor parte del antagonismo Cristiano con anatman es infundado o fundado sobre interpretaciones erróneas. No significa que no existimos sino que no existimos en independencia autónoma.
No existo en independencia autónoma porque Dios es el fundamento de mí ser. A la luz de este conocimiento leemos las palabras de Jesús en el Nuevo Testamento con una percepción más profunda. “Si alguien quiere ser mi seguidor, debe dejarse atrás a sí mismo; día tras día debe tomar su cruz y venir en pos de mí; pero quién pierda su vida por mi causa la salvará (Lucas 9:23-24)
Después de la Meditación: de THE DHAMMAPDA, “The Path”, versos 276-279 editado por Anne Banncroft (Rockport, MA: Element, 1997). Pág. 81
Debes hacer el esfuerzo, los despiertos solo señalan el camino. Aquellos que han entrado al camino quienes meditan, se liberan de las ataduras de la ilusión.
Todo está cambiando. Surge y pasa. Aquel que se da cuenta de esto se libera de la tristeza. Este es el camino resplandeciente.
Existir es conocer el sufrimiento, Date cuenta de esto y libérate del sufrimiento. Este es el camino resplandeciente. No existe “yo” separado para sufrir. Quién entiende esto es libre. Este es el camino de la claridad
Traducción: Guillermo Lagos