4 de octubre 2015
De John Main OSB, “Amor Religioso” - “Religious Love,” THE WAY OF UNKNOWING (New York: Crossroad, 1990), pp. 115-116.
Al abrir nuestros corazones al amor en el más profundo y más silencioso nivel de nuestro ser, no estamos reprimiendo o rechazando los valores o las relaciones humanas. Al contrario, todos estos se iluminan; es decir, los vemos bajo una nueva luz, una luz trascendente. Vemos una nueva luz en ellos. Lo extraordinario del mensaje cristiano es que esta luz es nada menos que la luz de Cristo, la luz que es Cristo. El llamado para nosotros es entrar en esta luz a través de nuestra propia experiencia…y saber que la luz de Cristo brilla en nuestros corazones y que la primera obligación de nuestra vida es estar abiertos a ello, inmersos en ello, hechos plenos en ello y por tanto ver con ello. […] Meditar es nuestro camino hacia esa luz.
Después de la Meditación: Diane Ackerman, “Oración de la escuela” - "School Prayer" in I PRAISE MY DESTROYER (New York: Vintage, 2000, Kindle edition), p.3.
En nombre del amanecer y los párpados de la mañana y la luna que deambula y la noche cuando se va,
Juro no deshonrar mi alma con amor, pero ofrecerme humildemente como un guardián de la naturaleza, como un sanador de la miseria, un mensajero de lo maravilloso, un arquitecto de la paz.
En el nombre del sol y sus espejos y el día que abraza y los velos de la nube sobre todo y la más profunda noche y el macho y la hembra y todas las plantas explotando de semillas y la coronación de la estación de la luciérnaga y la manzana.
Voy a honrar toda la vida – donde y como sea y en cualesquiera forma que se manifieste – en la Tierra, mi casa, y en las mansiones de las estrellas.